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Donald Trump: de delincuente a presidente
Una nueva era de incertidumbre llega a Estados Unidos con la victoria del Partido Republicano

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Opinión de Carlos Ruiz.

MADRID |

Los ciudadanos estadounidenses ya han hablado en las urnas y han dejado un claro ganador para gobernar el país durante los cuatro próximos años. El líder Republicano, Donald Trump, ha salido vencedor tras un duro día de votaciones y una dura campaña. Un resultado que para muchos ha sido el que esperaban y para otros todo lo contrario.

Parece que las encuestas iban vaticinando a Kamala Harris, cabeza del Partido Demócrata, como la futura presidenta de los Estados Unidos o, mejor dicho, como la primera mujer en presidir el país americano. Una victoria que iba a llegar con unos resultados muy ajustados con respecto al Partido Republicano. Pero la realidad ha sido completamente distinta, muy a mi pesar, la mayoría de los Estados se han tintado de un color rojo declarando la victoria al que ya fue dirigente en el país.

Durante la celebración de las elecciones, el 5 de noviembre de 2024, Trump consiguió vencer toda la zona central del país, además de ganar en los Estados inciertos: Georgia, Carolina del Norte y Pensilvania. Los cuales han sido un gran impulsor para hundir a su rival.

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Pero ¿a quién han elegido la sociedad estadounidense? ¿Es el candidato perfecto para defender el país? El ex jefe de Gabinete de la Casa Blanca de Donald Trump, John Kelly, ya definió al futuro presidente como “fascista”. Aunque él no fue el único de su círculo que se volvió contra él, exfuncionarios de mayor rango y asesores militares también avisaron de “sus instintos autocráticos”.

Y no solo eso, parece que sus delitos tampoco han hecho mella entre sus votantes. Para los que no se acuerden o han preferido borrarlo de su memoria, Donald Trump organizó un asalto al Capitolio de los Estados Unidos el pasado 6 de enero de 2021, también ha tenido un juicio civil por fraude de 454 millones de dólares interpuesto en Nueva York, además de otras imputaciones como conspirar para defraudar a su propio país. ¡Vaya, y ahora quiere volver a ser presidente!

Tampoco tenemos que dejar atrás que en mayo fue acusado por el fiscal del distrito de Manhattan como culpable por 34 delitos graves por encubrir el pago a cambio de silencio realizado a una estrella del porno durante la campaña de 2016, de lo que se espera una sentencia a finales de este mes.

Esta última acusación nos lleva a las políticas que ha llevado durante su campaña para defender la familia tradicional y no avanzar en materia de igualdad, como en contraposición ha hecho la vicepresidenta, Kamala Harris. Es más, podríamos declarar estas elecciones de estar marcadas por la ideología de género.

Por darnos un respiro a las políticas retrógradas del republicano y recordar que no todo está perdido en la sociedad americana, voy a mencionar lo que para mí ha sido una buena campaña por parte de Harris. La demócrata ha basado su discurso en el apoyo a las mujeres, a la comunidad LGTBI, los migrantes en el país y, sobre todo, acercarse a las nuevas generaciones como la Generación Z. Kamala se ha preocupado en “no volver a la América de 1950” y avanzar hacia el futuro.

De hecho, ella nos avisaba de que con la llegada de Trump al poder sería un “segundo mandato desquiciado, inestable y descontrolado”, y es que yo creo que es lo que se ha visto durante estos meses con la campaña del 45º presidente de los Estados Unidos, con el apoyo de Elon Musk (Director Ejecutivo de X Corp. —antes conocido como Twitter—), que ahora parece que va a tener más competencias en la política nacional.

Los bulos, el miedo a los migrantes, las inquietudes económicas, las amenazas de mandar presos a sus adversarios políticos, acabar con la confianza de la prensa independiente y el sistema judicial, además de sembrar duda sobre las elecciones libres y justas han sido la tónica diaria del representante republicano. Es más, mientras nos encontrábamos con una candidata que intentaba llegar a su ciudadanía hablando con ellos en las calles, acudiendo a medios no tradicionales, veíamos un Trump que solo trataba de denigrarla por su etnia, además de lanzar mensajes como que es “una persona estúpida, fracasada y peligrosamente liberal”.

Creo que con esto nos podemos hacer una idea de lo que les espera en Estados Unidos, pero vamos a centrarnos un poco más en sus promesas. Ya sabemos que Donald Trump es una persona radical, pero es que parece que ahora ha llegado con más ansia que nunca. En resumen, el que va a ser el 47º presidente de los Estados Unidos ha prometido un rediseño radical del gobierno impulsado por las promesas de retribución, recuperar la economía con aranceles y erradicar a los opositores internos, los que él denomina como “enemigos internos”.

Agárrate fuerte que hay más. Mientras se denomina como el “líder del más grande movimiento político de todos los tiempos” y que tendrá un “mandato sin precedentes y poderoso”, asegura que habrá una mayor consolidación del poder de la presidencia, además de que va a solicitar el Estado de derecho. Vamos lo que a mí me suena a dictadura.

En cuanto a los migrantes del país, algo que desde 2016 ya sabemos que no le hace mucha gracia, ha jurado que va a cerrar la frontera sur por cualquier medio y realizar la mayor oleada de deportaciones de la historia insinuando que desplegará tropas al interior del país.

Para ir cerrando ya y acercando a lo que nos preocupa a los europeos la presidencia de Donald Trump. El líder republicano ha dejado claro que va a retirar al país de los conflictos del exterior, es decir, quiere volver al aislacionismo. Pero ¿qué va a pasar con el apoyo de los Estados Unidos a Ucrania? Y no solo eso, también nos crea interrogantes sobre el futuro de la OTAN.