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El 'beso de Mónica'
La ministra de Sanidad se desmarca de su querido Errejón y asegura que desde Más Madrid no tenían ni idea
MADRID |

Mónica García ha salido a la palestra para terminar de crucificar a Íñigo Errejón y, como el discípulo Judas Escariote, darle el beso final. La ministra de Sanidad ha jurado y perjurado que desde Más Madrid desconocían tener entre sus filas a un, hablando en plata, presunto abusador y cocainómano, porque siempre hay que dar lugar a la presunción de inocencia, a pesar de que en algunos videos vemos cómo se le desencajaba la mandíbula, y en mensajes privados leemos las perlas que lanzaba a algunas mujeres. "¿Y mi zorra?", destruida por tu sistema.

García se ha llevado la mano al pecho y, con la voz llena de una culpa envenenada, ha lanzado más dardos hacia dos personas que parecían muy cercanas a ella dentro del partido, el que era el portavoz de Sumar y Loreto Arenillas, diputada de Más Madrid en la Asamblea y la iluminada que ha terminado siendo el "chivo expiatorio". Porque sí, abanderar el discurso de la lucha contra el machismo mientras internamente acudes a la secretaria de organización del partido para denunciar un posible acoso, y no a la comisaría de Policía, es de tener menos luces que un árbol de Navidad. ¿O es que se quiso encubrir a Errejón por ser un "máquina" en el plano político?

Analicemos bien lo sucedido. Hace unos días saltan a la luz varias denuncias de mujeres anónimas que asegura haber sufrido algún tipo de violencia machista por parte de Errejón, testimonios que publica la periodista Cristina Fallarás, quien tampoco me parece una perla, pero eso da para otra opinión. A este escándalo se le une un hilo que apareció en la red social X en junio de 2023. Una chica denunciaba que, durante un concierto en Castellón, había sido víctima de una agresión machista por parte del susodicho, quien iba acompañado de la diputada "chivo expiatoria".

En este punto se bifurcan los caminos. Por un lado, los meros espectadores del circo político hemos conocido la versión oficial de Más Madrid asegurando que, cuando apareció el hilo de X y vieron a los dos miembros del partido entre los presuntos culpables, uno por ejecutor y otra por cubrirle, pidieron explicaciones a ambos. Enseguida, Loreto Arenillas quitó hierro al asunto y aseguró que era un caso sin transcendencia, a lo que el partido respondió con la más rotunda y silenciosa indiferencia, sin profundizar ni ponerse en contacto con la víctima, porque claro, ya llamará ella, ¿verdad?

La segunda vía la expone la "encubridora". Arenillas ha asegurado en un comunicado que se puso en contacto con Manuela Bergerot, quien por aquel entonces era la secretaria de organización del partido, para poner en conocimiento del mismo lo sucedido en Castellón. No obstante, parece que el hilo de comunicación se cortó allí, pues "consideraron no elevarlo a los órganos del partido".

Todavía desconocemos la veracidad de lo que realmente ha sucedido. Si se intentó encubrir a Errejón hasta que todo explotara por sí solo o, por el contrario, el partido desconocía los abusos como aseguran.

Sin embargo, Mónica García sí ha señalado que conocían los problemas personales del ex portavoz de Sumar, problemas que él mismo ha sacado a la luz. Al parecer, y digo al parecer, porque casi nada en este mundillo es oficial o cien por cien cierto, Errejón podría tener problemas con las drogas y adicción al sexo, dos síntomas que para nada te hacen sospechar cuando, además, se junta la denuncia de una mujer que asegura haber recibido malos tratos por su parte.

A esta ecuación le sumamos que Rita Maestre fue pareja de Errejón y, por las fechas de las denuncias, todavía estaban juntos cuando él cometía los presuntos abusos. Pero nada, ella tampoco conocía ni un atisbo de lo que ha saltado a la luz. ¿De verdad nos creemos a estas alturas que no conocemos con quién estamos? Aunque sea un mínimo.

Y, para remate final, Sumar sale al ambón asegurando que, tras lo sucedido, pan a poner a todo perro pichichi a recibir cursos. Yo me pregunto sobre qué versará esta formación porque, por el momento, los que abanderaban los discursos feministas y de lucha contra la violencia de género se han caído del altar donde estaban subidos, y la podredumbre que han dejado a su paso será muy difícil de limpiar. Pero, sobre todo, lo que me parece imperdonable o, al menos, merecedor de más de una dimisión, es el daño que están haciendo a todas las víctimas de violencia. Las mujeres no somos un negocio, y espero que esto que ha sucedido haga mella a un partido que nos ha usado a su parecer. No me representáis.