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El deporte, catalizador de valores
Quizá sea hora de mirar menos a los focos y más a los rincones donde el deporte actúa como un milagro

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MADRID |

Por regla general, venimos con temas candentes, con polémicas y poniendo el foco sobre lo que el deporte de élite en ocasiones esconde. En El Silbato intentamos poner luz sobre causas y situaciones que se quedan a un lado y ocurre con mayor frecuencia que el discurso suele ser negativo.

No se si es el espíritu navideño, pero toca cambiar el prisma. En prensa hablamos mucho de la fama, los lujos, el dinero, la responsabilidad pública de los deportistas; y se nos olvida el lado humano que trasciende. Nos quedamos con los focos y los récords, pero pasamos por alto los relatos humanos que el deporte genera.

El deporte tiene el poder de ser una herramienta, un catalizador de valores; porque se nos olvida que el deporte salva vidas y no lo digo desde el terreno de la Salud. El deporte salva vidas a niños en riesgo de exclusión social. En barrios donde la pobreza y la violencia amenazan con arrebatarles su infancia, un balón de fútbol, una cancha de baloncesto o un tatami de judo pueden marcar la diferencia.

No podemos olvidar a las víctimas de violencia de género. Para muchas mujeres, el deporte se convierte en un lugar seguro donde recuperar autoestima y encontrar manos tendidas. El deporte empodera, nos hace enrraizarnos con nosotros mismos, conocernos; descubrir a través de la actividad física tus virtudes, tus defectos, tus retos y tu potencial.

En este momento del año que nos invita a reflexionar es importante reconocer ese lado del deporte que a veces queda en segundo plano. Porque el deporte, en su esencia más pura, es mucho más que un espectáculo. Es una vía para construir, unir y sanar. Quizá sea hora de mirar menos a los focos y más a los rincones donde el deporte actúa como un verdadero milagro cotidiano.

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