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El escudo clásico del Atlético de Madrid vuelve a izarse sobre la bandera rojiblanca que corona el Metropolitano. Ahora sí que estamos todos. Todos los que nunca tuvieron que irse porque como dicen las buenas lenguas: “El escudo no se toca”. Cerramos esta etapa -que nunca tuvo que ocurrir- con la mirada puesta en el futuro y abrazando lo nuestro, lo de siempre; nuestra identidad.

Por desgracia el Atleti no ha sido el único “sufridor”; clubes como el Valladolid y el Aston Villa también han visto evolucionar sus insignias. Esto no es más que el 'Síndrome del Rebranding' o como lo diríamos en español: venderse al mejor postor; porque no, este escudo no llegó bajo el objetivo de dar un aire fresco y moderno al equipo, nació bajo contrato.

En este mundo global y mecido por la mano del consumismo, las marcas tienen más peso que los aficionados, por desgracia; pero aunque os pese, un club es más que fútbol. Un equipo va más allá de los 90 minutos de juego porque los colores, el escudo y el estadio son sentimiento, identidad y referencia. Los hinchas no quieren una imagen minimalista y “a la moda”, quieren el suyo porque cuando esas tendencias pasan, el sentimiento es lo único que queda.

Por fortuna, el Atleti ha escuchado a sus devotos y el escudo de siempre regresa a casa.

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