Cualquier vecino o vecina de la Comunidad de Madrid que haga el intento de ponerse delante de la pantalla un jueves por la mañana para ver una sesión de control al Gobierno de Isabel Díaz Ayuso es posible que salga despavorido y no vuelva. Y además se le quede la sensación que sus representantes públicos, aquellos a los que vota cada cuatro años para que busquen soluciones a los problemas generales de la ciudadanía, pierden el tiempo entre insultos, zascas, gritos y demás zarandajas. Luego, algunos de esos mismos políticos se llevan las manos a la cabeza al ver que en las elecciones hay cerca de un 30% de los votantes que prefiere no ejercer su derecho al voto.
En Madrid, la jefa de esa polarización de la política es sin duda alguna Isabel Díaz Ayuso. Hasta hace unos meses, se sentía absolutamente cómoda con la líder de la oposición, la ahora ministra Mónica García, que tampoco le hizo ascos a eso del grito y el ruido. Es verdad que Manuela Bergerot ha bajado algo el listón, pero sigue dándole argumentos a la presidenta para continuar con la estrategia trazada.
Y luego está Juan Lobato, un político que va a la contra, un político que claramente elige las propuestas al insulto. Y así nos lo ha hecho saber en su paso por los estudios de Televisión Digital de Madrid.
Ojalá el modelo de líder político fuera ese, ya que, como dice el secretario general de los socialistas, se subiría el listón, que falta hace, de la confrontación política. El debate público no puede estar enfangado en una especie de 'Sálvame' de la cosa pública al que nos están acostumbrando.
Dice Lobato que a Isabel Díaz Ayuso le define su continua confrontación con Pedro Sánchez. No pasará a la historia por su gestión, por dejar en la región un modelo a imitar de la Sanidad o la Educación. Si acaso, se le recordará por convertir Madrid en un ariete contra el resto de las Españas, contra el Gobierno de la nación y contra todo. Y también por convertirnos en una especie de paraíso fiscal que ha hecho que seamos la región donde residen las grandes fortunas. Ahora, además, seremos el paraíso de los futbolistas como M'bappe, gracias a una ley hecha a su medida.
Esperemos que Lobato no se canse de lanzar propuestas porque lo que recibe a cambio es ninguneo y portazos en la cara. Esperemos que siga mandando cartas a la presidenta aunque sepa que no se las va a contestar. Esperemos que no desista, como no lo hizo Ángel Gabilondo, que tuvo el mérito de ganar unas elecciones.
Algunas veces, las propuestas del socialista llegan y se convierten en realidad, a pesar de las dificultades. La Agencia de Ciberseguridad o la apertura de los colegios entre las siete de la mañana y las siete de la tarde tienen el sello de Juan Lobato.
Ojalá ese sello lo tengan otras medidas futuras para cuestiones vitales en materia de Vivienda, Digitalización, Educación, Formación, Sanidad, Transportes.... sería el triunfo de la política tranquila y nos iría mejor a todos, incluso a aquellos que nunca le votarán.