Hace unos días, el diputado de Más Madrid, Hugo Martínez Abarca, decía en Televisión Digital de Madrid que Ayuso era “la mejor candidata de Vox”. Y tras escuchar las palabras de la presidenta regional en la última sesión de control al Gobierno en la Asamblea de Madrid quizás se quedó corto. La presidenta está adoptando las formas del anarcoliberal Javier Milei y ya solo le falta añadir en su discurso eso de “zurdos de mierda”.
Pedro Sánchez anunció esta semana que el Consejo de Ministros del 28 de mayo reconocerá el Estado Palestino en una acción conjunta con Noruega e Irlanda. Un movimiento que ha servido a lsabel ‘Milei’ Ayuso como una nueva oportunidad de confrontar con el Gobierno de España y con Sánchez, a quien considera su verdadero adversario político (y personal) ya que Bergerot y Lobato ni existen para la lideresa popular.
Ayuso dijo que los partidos de izquierdas “pretenden que las democracias hagan con Hamás lo mismo que con ETA, tu mata que yo te daré una comunidad autónoma. Tu mata que yo te daré un estado” Y como no le pareció suficiente pues aderezó su discurso acusando a los progresistas de “blanquear el negocio de las drogas, señalar a periodistas, fomentar la ocupación, insultar al Rey, amordazar a los jueces y a los Cuerpos de Seguridad”. Y se quedó tan ancha.
Parece que a nadie le sorprende ya este lenguaje y estas frases chabacanas fruto de la peor política. Ya todo da igual. Ayuso un día te llama amigo de terroristas y otro te suelta aquello de “que te vote Txapote” a pesar de que los familiares de las víctimas de ETA están hartas de suplicar que no les utilicen. Y si no, pues llama “hijo de puta” al presidente del Gobierno y su partido le ríe la gracia y hace camisetas con el slogan, regala cestas de fruta y si les hubieran dejado habrían encargado una canción a una IA.
Para Ayuso no hay límites. Todo vale. El mensaje que lanza a los madrileños es que la izquierda y los progresistas son el último obstáculo que separa a nuestra región de ser ese paraíso terrenal que ella y solo ella cree que busca. Los demás sobramos y por eso hay que “machacarlos” a todos.
Que hay problemas en vivienda, la culpa es de Sánchez, amigo de los ocupas; que no hay médicos, la culpa es de Sánchez, enemigo de los madrileños; que la educación se degrada curso tras curso, la culpa es de Sánchez y su obsesión por ideologizar la enseñanza; que la Justicia está paralizada, la culpa es de Sánchez, colonizador de todas las instituciones…
Siempre la culpa es de Sánchez y de los rojos, progres y “zurdos de mierda”. ¿Cómo se combate esto? Eso mismo se preguntaba Juan Lobato estos días. Y proponía dos soluciones: bajar todos al barro para ver quien dice la mayor barbaridad; o respirar un minuto, calmarse y acudir a la justicia para ver si así se serenan las cosas. Pues que olvide el secretario general de los socialistas de esta segunda vía porque el Tribunal Supremo acaba de recordar que la Constitución ampara la inviolabilidad de los diputados por las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones.
Queda la otra vía, ponerse a su nivel y comenzar a lanzar insultos, medias verdades, bulos… Pero ¿se merecen esto los ciudadanos? Creo que no. Habrá que seguir armándose de paciencia y explicar a los que quieran escuchar que el Gobierno no ha roto relaciones con Israel, como dio a entender Ayuso en las redes sociales. Lo que ha hecho España es dar un paso al frente, un paso importante, que asume las tesis que muchos defienden desde hace años, incluso el PP.
La solución para este conflicto enquistado es la creación de un Estado Palestino que conviva en paz con el estado de Israel. Este paso no supone ningún reconocimiento a los terroristas de Hamás, que son eso, terroristas. Israel tiene todo el derecho de defenderse y defender a sus ciudadanos, pero no tiene ningún derecho de matar inocentes. Tienen derecho de responder a una execrable acción armada como la que protagonizó Hamás, pero la respuesta no puede ser un genocidio de inocentes.
Créame, señora Ayuso, los “zurdos de mierda” no son amigos de asesinos, no son amigos de etarras, no buscan el mal de los madrileños ni de los españoles, no quieren arruinar a las empresas... tan solo tienen un proyecto político diferente del suyo y lo defienden porque tienen derecho a ello. De hecho, esto es la esencia de la democracia. Defienda usted su gestión, explique sus decisiones, cuente su proyecto y deje los insultos para el “león” argentino.