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Nada, que no hay forma de empezar el año de una forma positiva. Feliz año, feliz drama blaugrana. Si hemos tenido un protagonista estos primeros días de enero ese ha sido Dani Olmo, Pau Víctor y la alargada sombra del Futbol Club Barcelona. Una sombra que -de nuevo- deja entrever el poder de la injusta influencia de los grandes clubs.
Vais a permitirme que deje a un lado el debate de si un fichaje como Olmo era factible y prioritario en un club con una situación financiera delicada como la que tenía el Barça. Lo dejo a un lado porque realmente el quid de la cuestión y la injusticia que levanta ampollas es el hecho del perdón al club presidido por Joan Laporta. Un equipo salpicado por el caso Negreira que tenía la posibilidad de redimirse y que una vez más consigue salvarse por Papa Federación.
La cuestión no es si había o dejaba de haber dinero en las arcas blaugranas para fichar a ambos jugadores, el caso es que una situación así -extrapolada a un equipo pequeño- no se habría resuelto de la misma manera. Por ejemplo, ¿el mismo Sevilla podría haber salvado a su ultimo fichaje, Vargas, de una situación así? ¿o el Getafe con Nyom? Llamadme incrédula, pero no.
2025 y seguimos perpetuando un sistema desigual que tiene como únicas víctimas a los equipos más humildes. No sabía yo que las normas eran negociables y los límites infinitamente elásticos. Este tipo de decisiones generan un precedente. Un mensaje claro: si eres grande, el sistema se ajustará para que sigas siéndolo. Para el resto, la Sagrada Normativa.
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