Hola, nos presentamos, somos la 'generación de cristal'. Sí, esa generación que en apenas 24 horas se organizó para apoyar a Valencia, que en unos días consiguió levantar naves llenas de material para enviar a las zonas afectadas por la DANA y que, cogiendo unas botas, una escoba y mucha fuerza, se subió a un camión para limpiar, achicar agua o cocinar si ha hecho falta, y lo sigue haciendo. Así que, nos presentamos de nuevo, somos la 'generación de ACERO', y lo pongo en mayúsculas porque los hechos lo merecen.
Estos días me emocionaba leyendo mensajes, viendo los llamamientos a la solidaridad a través de las redes sociales e incluso escuchando los testimonios de afectados, dando las gracias a varios grupos de jóvenes que llegaban desde Madrid para colaborar. Además, la vida me ha hecho un regalo, el de poder participar yo misma en esa red de solidaridad que ha llenado las calles de Valencia.
Todo comenzó con una inquietud compartida entre varios chavales, "¿qué podemos hacer para ayudar? Se están muriendo y son nuestros hermanos, están aquí al lado". Así, desde la duda que siembra una catástrofe y la necesidad de aportar nuestro granito de arena, organizamos un grupo de WhatsApp para ponernos manos a la obra y ver qué éramos capaces de conseguir.
Al principio todo era un poco caos. Las preguntas sin respuesta parecían tumbar el plan haciéndonos ver que estábamos locos si pensábamos que unos pocos íbamos a conseguir mucho. Pero, después de la tormenta, llega la calma, y un rayito de luz se coló entre algunos miembros del chat para iluminarles en las fases a seguir.
Empezamos a diseñar imágenes con los materiales que necesitábamos comprar, los números de teléfono de aquellas personas que iban a poder estar pendientes casi las 24 horas del día, y los lugares donde pensábamos llevar los recursos para su posterior traslado a Valencia.
Después, difundimos el mensaje entre nuestros conocidos para intentar recaudar dinero y, de ahí, poder comprar los bienes que se necesitaban. En ese momento, empezamos a ser conscientes de la solidaridad que nace en el corazón de las personas. Los bizums empezaron a llegar, y nos organizamos en grupos para ir a comprar, clasificando los recursos en función de las prioridades que iban trasladando los afectados.
Poco a poco, de un pequeño grano de arena surgió una montaña, organizada y decidida, dispuesta a dar todo de sí para ayudar a las víctimas. Jóvenes ilusionados, con energía y ganas de llevar la esperanza a sus hermanos, de cuidarles y entregarse por una causa común: hacer brillar de nuevo a Valencia.
Es verdad que también hemos sido testigos de muchas injusticias, de mentiras, de mucho sufrimiento y de muchos lavados de cara. Hemos conocido la podredumbre humana, la inmoralidad y la pasividad ante la muerte de centenares de personas. Pero la imagen de los jóvenes dejándose la piel por recuperar sus pueblos, en coordinación con los mayores, así como con los profesionales y otras personas que llegaban para ayudar, se quedará en nuestra retina y en la memoria histórica de toda España, de eso nos encargaremos, dadlo por seguro.
Así que ahora, antes de hablar de la 'generación de cristal' como aquella que se dedica a "salir de fiesta, a derrochar y a reclamar, reclamar mucho, pero no dar nada", mirad a vuestro alrededor y poneros un puntito en la boca. Y, si queréis apuntar hacia alguien, si queréis buscar responsables, apuntad bien alto, porque están ahí, en la cúpula, no en el barro.