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En un tiempo donde prima lo instantáneo, con una sociedad que tiene en la palma de su mano todo lo que se desea; ¿cómo enseñamos a las generaciones más pequeñas el valor del esfuerzo, de la constancia?
El camino se complica aún más en el terreno del deporte, donde las redes sociales se entremezclan con la vida real y la línea que separa el postureo de la verdad se disipa. Cuerpos esculturales, fotos únicamente de ganadores, trofeos y victorias; entrenamientos completísimos que el influencer de turno ejecuta sin una mueca de cansancio. ¿Cómo logramos que los jóvenes elijan el camino real, el de la sangre, el sudor y el esfuerzo, por encima de estos espejismos?
Necesitamos volver a contar la historia completa, la que no se muestra en redes: los madrugones para entrenar, las derrotas que duelen, los momentos de duda. Para ganar hay que haber fallado muchas veces antes. Por ese motivo, el programa de hoy me llena de esperanza. Es complicado encontrar deportistas jóvenes con los pies en la tierra, y por eso contamos con Cintia y Denis Sánchez en calidad de profesores. Si alguien sabe de tesón, de subirse a un ring y de no bajar la guardia, son ellos.
Algo que aprendieron de su padre Carlos Sánchez. Que importante es tener referentes; modelos a seguir que estén un escalón por encima, no para pisarlos con una competitividad negativa, sino para inspirarse y encontrar un reflejo con el que soñar.
Nos sacamos el máster de boxeo y de la vida también porque si algo tiene el boxeo es filosofía, mucha filosofía: la del individuo contra su propia mente, la de estar en el fango y aún así levantarse, donde el combate es contra ti mismo no contra el rival.
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