La red de microblogging más famosa del mundo mundial tiene, según sus propios datos, más de 600 millones de usuarios activos mensuales; durante la campaña electoral americana afirma haber roto todos los récords al contabilizar cerca de 1.000 millones de publicaciones... unos datos increíbles. Si son reales, estaríamos ante la herramienta de construcción de opinión pública más poderosa del mundo, por encima incluso de la intocable televisión. No sabemos si su poder seguirá creciendo indefinidamente o ha comenzado su caída en desgracia y en unos años veremos cómo sigue el camino de la emblemática Tuenti.
Antes de la llegada de Elon Musk el gigante nacido del 'pajarito azul' daba claros síntomas de decaimiento por culpa de sus grandes problemas: los bulos, las teorías conspiranoicas, los insultos, las amenazas... Todo ello han convertido a este gigante foro digital un lugar inhóspito que se aleja poco a poco de su idea primigenia de ser un lugar de intercambio civilizado de opiniones plurales y, por qué no, enfrentadas. Todo se ha ido de madre cuando Musk decidió dejar inservibles herramientas como el bloqueo de los usuarios nocivos o mandar al 'silencio' determinados perfiles que son usados para impregnar todo de polarización y odio. No solo eso, sino que los algoritmos de la App fomentan precisamente esas cuentas que elevan la confrontación con el fin de batir récords de interacciones, retuits, y tiempo en la red.
En la catástrofe de la DANA de Valencia hemos podido comprobar como determinados 'creadores de contenido' utilizaban sus cuentas para lanzar bulos, atacar sin piedad a sus contrarios políticos y, lo que es más peligroso, extender una pátina de duda sobre nuestras instituciones para deslizar la idea de que vivimos en un Estado fallido... solo solucionable por un líder supremo (que ellos mismos elegirían) que nos resolverá todos nuestros problemas.
Por eso hay quien considera que el tiempo de X ha pasado y ha abandonado esta red en busca de otras alternativas. Es una tendencia que según los medios especializados viene produciéndose desde hace meses. Cuando el multimillonario amigo de Donald Trump compró la red, en un solo día se dieron de baja cerca de 300.000 usuarios. Desde entonces, en Reino Unido, según estimaciones del Financial Times, se ha pasado de 8 millones de usuarios a menos de 5. En Estados Unidos, por su parte, el descenso de tuiteros se estima en una quinta parte. Y ahora, grandes medios como The Guardian o La Vanguardia en España, han anunciado que dejarán de publicar su contenido en esta red pasándose a BlueSky.
Muchos usuarios anónimos están haciendo esta 'mudanza' en busca de foros más tranquilos y productivos. A nadie le gusta soportar los ataques de hordas de trolls porque exponga de una forma razonada sus ideas y otros tantos no quieren formar parte de ninguno de los bandos que parece que nos obligan a formar en materia política. Quieren leer reflexiones que aporten, ideas diferentes a las suyas y, obviamente, informaciones que corroboren sus ideales previos, ya saben, todos estamos bajo el influjo del sesgo de confirmación.
Son muchos los que minusvaloran lo que está pasando, pero son muchos otros los que advierten que el actual modelo de redes sociales es un peligro para la democracia. El anonimato, la impunidad, la búsqueda del aplauso fácil... ha hecho que triunfen en ellas los que más gritan y los que exponen las razones más inverosímiles. Triunfan los antivacunas, los de la 'plandemia', los del "que te vote txapote', los del 'Borbón a prisión' o los del "solo el pueblo salva al pueblo"... Efectivamente, solo el pueblo salva al pueblo y lo hace organizándose en partidos políticos, instituciones, representantes públicos que se eligen por todos a través de las urnas y que trabajan con eso que se denomina sociedad civil organizada. Se llama Democracia y, aunque con sus imperfecciones, es la mejor manera que hemos encontrado para convivir. No puede ser, por tanto, que ganen terreno los que quieren arrasar con todo y volver a sistemas autoritarios que son cosas del pasado, un pasado muy negro al que no podemos regresar bajo ningún concepto.
Hay políticos, o ex políticos, que llevan tiempo señalando el problema que tenemos encima. Uno de ellos es Odón Elorza que advierte desde sus tribunas y desde su blog que "la desinformación discurre por plataformas digitales (...) que son propiedad de cinco gigantes tecnológicos que actúan como el cuarto poder al disponer de un oligopolio y practicar el ciberpopulismo".
El ex diputado socialista pide, y creo que de manera acertada, que es necesario desarrollar una regulación desde la Unión Europea que nos proteja de la intromisión de otras potencias como EE.UU, China, Rusia o India. Ha llegado el momento de desarrollar nuevas plataformas digitales cien por cien europeas. Ya ha habido ensayos con la creación de 'UE Voice' y 'UE Video', dos opciones para competir con X y con Youtube.
Mientras tanto, los que se harten de X siempre les quedará BlueSky, que gana usuarios por millones, Mastodón o Threads. Pero ojo, que en algunos casos puede que estemos hablando del mismo perro con distinto collar.
Así que, cuidado con los bulos, con la desinformación y con las fakenews que nos acechan en el ciberespacio con el único fin de condicionar nuestra forma de pensar para, finalmente, elegimos a quien ellos quieran no a quien a nosotros nos convenga.