Hemos dejado atrás el 4-M, pero no la campaña electoral. Vivimos en un contexto de constantes ataques entre siglas en las que parece que se continúa peleando por cada voto como si las elecciones estuvieran a la vuelta de la esquina. Y Madrid es la protagonista de esos ataques. La capital se ha convertido en un baluarte para la derecha que, tras la victoria aplastante de Ayuso, quiere aprovecharla como ejemplo de sus políticas, entre ellas, su modelo fiscal.
El PP ha apostado por una política de impuestos bajos con el objetivo de erigirse como un polo de atracción empresarial. Una estrategia que no ha caído bien en el seno de otras autonomías que acusan a la región de hacer ‘dumpling fiscal’. No pueden competir con las cifras de Madrid. Esta teoría parece compartirla la OCDE que ha echado más gasolina al incendio. El organismo internacional ha calificado a la política fiscal de la Comunidad como “paraíso fiscal interno” desde que 2011 decidiera poner el tipo del impuesto de patrimonio al 0%.
Nuestra clase política parece haberse abonado a la salida fácil, estrujar a una ya extenuada población a base de impuestos, en muchos casos, con una doble imposición
La hoja de ruta de la Comunidad de Madrid es el contrapunto a las políticas de Moncloa, lo que ha derivado en una mayor polarización del electorado. Más allá de ideologías, la apuesta por un modelo fiscal determinado también requiere una lectura del escenario económico actual y, en un momento de crisis, con sectores y familias asfixiadas, el Estado debe invertir en sectores clave que generen riqueza y empleo como en I+D. Pero nuestra clase política parece haberse abonado a la salida fácil, estrujar a una ya extenuada población a base de impuestos, en muchos casos, con una doble imposición como es el caso del pago por el uso de las autovías. ¿Es Madrid un paraíso fiscal? Por el momento, es el territorio que más se ha ajustado a la realidad actual y apuesta por contrarrestar la crisis económica actual.