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¡Ni se te ocurra independizarte!
La vivienda no es un derecho, es un bien de lujo
MADRID |

María, 27 años, siete cotizando, y trabaja de periodista en Madrid cobrando unos 1.200 euros mensuales. Pedro, 30 años, diez cotizados, trabaja en un taller de Burgos. Paloma, 23 años, uno cotizando en un supermercado de Murcia. Los tres se sientan en el sofá de sus respectivas casas y empiezan a hacer números soñando con poder independizarse.

María, que ya tiene un bagaje dentro de su empresa, abre la aplicación de Idealista para buscar un piso en el que vivir dignamente. Mientras pone en el buscador viviendas por la capital, le da al filtro para que aparezcan desde las más baratas hasta las más caras y de repente ve el chollo de su vida: ¡un piso por 550 euros! Más barato en la ciudad, imposible. Enseguida, se apresura a ver las fotos de la casa y...¡sorpresa! Es un "estudio" -por no llamarlo cuchitril- con la cocina metida en un armario, la lavadora pegada a la cama y el baño también. La ilusión de la joven se derrumba enseguida, pues los siguientes pisos de la lista se le van de precio: 700 euros, 900 euros, 2.000 euros...

Un caso parecido le sucede a Pedro y a Paloma. Ambos intentan encontrar una vivienda que se ajuste a sus necesidades, pero sin ningún tipo de lujo. Es más, si no tiene ascensor, o está semiamueblada, o solo tiene el baño como habitación independiente no pasa nada, se adaptarán a todo. Sin embargo, corren la misma suerte que María, lo más barato que aparece en el buscador dista mucho de lo que ellos pueden pagar.

Estas situaciones son las que viven hoy en día cientos de jóvenes que buscan mejorar sus condiciones de vida. Sueldos que no les permiten más que compartir habitaciones en pisos antiguos, o en ciudades perdidas de la mano de Dios. Nóminas que intentan compensar largas horas de trabajo con apenas 1.000 euros netos al mes, y retenciones que podrían pagar otro sueldo íntegro.

Mientras tanto, el debate político se centra en si Pedro Sánchez ha empleado el Falcon ocho veces para irse a por pipas, o el novio de Isabel Díaz Ayuso ha inundado un bajo, incluso si Mónica García tiene un piso en El Retiro mientras Pepito el pelado tiene uno en la calle Salamanca. Y tú, simple mortal, que no tienes ni para el cuarto de las escobas. Además, nuestros dirigentes se llenan la boca abanderando la lucha de la vivienda y haciéndosela propia, como si este derecho recogido dentro del Capítulo tercero. De los principios rectores de la política social y económica, en el artículo 47, fuera un mérito a conseguir y una medalla más que colgarse, no algo básico y fundamental reconocido por la propia Constitución Española de 1978.

Según las estadísticas, cada vez las personas menores de 35 años tienen menos capacidad adquisitiva para poder pagar una vivienda, ni siquiera en régimen de alquiler. Las hipotecas se están convirtiendo en perfectos extraños para los jóvenes que apenas pueden hacer una declaración de la renta para rascar cincuenta míseros euros. La pérdida de poder adquisitivo no es un chiste ni un slogan que abanderar según tu ideología, las retenciones y los pagos a Hacienda de casi un 50% del sueldo de un español tampoco es una broma ni una cantidad que debamos pasar por alto, la subida de impuestos, de los productos de consumo o de cualquier cosa, porque a día de hoy, nada se salva, están haciendo que poder comprar una garrafa de aceite sea un bien excepcional del que disfrutar una vez al año, o el comerte un buen salmón una vez al mes.

Si bien es cierto que hay en Comunidades Autónomas, como Madrid, donde se han abierto varios canales de ayudas: Plan Vive, Tu primera vivienda, ayudas al alquiler, ayudas a la hipoteca... ¿Es suficiente? Es verdad que Isabel Díaz Ayuso poco más puede hacer, y como decía el consejero de Vivienda. Pero, que haya más bonos no significa que estemos mejor, sino que cada vez tenemos menos capacidad de asumir, con un sueldo, las necesidades básicas. Mientras más ayudas pidamos, más dependientes seremos de un estado que, por lo que se ve, nos quiere esclavos, "atados y bien atados".

Así que no, no te independices, no cometas esa locura o, al menos, no ahora. Que les sobren pisos, que construyan tanto que no sepan qué hacer con ellos, que los caseros, el mercado, las inmobiliarias se harten de intentar venderte lo mejor recibiendo un "No" por respuesta. que se vacíen los pisos, que no quede nada. Y una vez se hunda todo, podremos empezar de cero. Quien sabe, quizás entonces recordemos ese artículo 47, y respetemos los derechos más básicos de una persona, la dignidad de vida, tanto laboral como personal.