Nuevamente una destructora DANA deja a su paso por España imágenes que jamás imaginaríamos ver en nuestro país. Municipios del interior de las provincias de Valencia y Albacete o la corona metropolitana de Valencia vivieron la noche del pasado 29 de octubre la peor de sus pesadillas.
En poco menos de 24 horas las víctimas se contaban por decenas mientras aún se busca con desesperación a los desaparecidos. Las víctimas y sus familiares deben ser, sin duda ninguna, la prioridad absoluta de todas las Administraciones y de todo el país. Mi pensamiento está en aquellas familias que han perdido a sus seres queridos, gente que vio truncada su vida de manera abrupta cuando tuvieron la mala fortuna de toparse con un fenómeno meteorológico que cada vez es más frecuente y para el que no estamos preparados. En nuestras retinas estarán para siempre las imágenes de esa gente que ha visto cómo en cinco minutos han perdido todas sus pertenencias, su casa, su coche, sus recuerdos... absolutamente todo. Para ellos la vida debe comenzar de cero, con la incertidumbre de si les llegará alguna ayuda y cuando.
El cambio climático es una realidad irrefutable que ya no podemos remediar, solo aminorar para que no sea peor de lo que ya es. Nevadas como la de Filomena, la DANA del año pasado en Toledo y Madrid, la DANA de estos días... se empeñan en demostrarnos que estamos ante un nuevo mundo al que debemos adaptarnos. Y debemos preparar nuestras ciudades para proteger las vidas de todos. Es hora de pensar en construir refugios para que nos protejamos de estas lluvias torrenciales, que estudiemos los antiguos cauces de los ríos que vuelven a aparecer de la nada, que nuestras carreteras sean más seguras y pensadas para aguantar fenómenos que hasta ahora nos parecían de las películas. No tenemos mucho tiempo para prepararnos porque la próxima DANA es solo cuestión de tiempo...
No es la primera vez que vivimos una tragedia como ésta por lo que ya vamos adivinando como irá evolucionando todo. En España somos tan solidarios como olvidadizos. Nos volcamos con aquellos que lo necesitan. Pero el paso de los días nos hará olvidarnos pronto de los sucedido y giraremos nuestra atención a otros temas. Recuerdo a las víctimas del volcán de La Palma, del incendio del edificio de Valencia, de la DANA que asoló Toledo y Madrid hace poco más de un año... Las primeras horas y días la solidaridad desbordó a todos, pero muchas de aquellas víctimas aún esperan las ayudas prometidas para rehacer sus vidas y comenzar de cero después de que las catástrofes arruinaran sus vidas para siempre.
En nuestra peculiar selva política, pues como siempre, ha habido de todo. Hay que valorar a los que, con buen criterio, pidieron que el miércoles 30 se suspendiera el pleno del Congreso de los Diputados porque lo importante en esos momentos era arrimar el hombro con alcaldes, alcaldesas, concejales, presidentes de las diputaciones y presidentes autonómicos de las zonas afectadas. Cierto es que se suspendió la sesión, pero a alguien le pareció que era importante seguir para aprobar el nuevo decreto de elección de los consejeros de RTVE lo que llevó a Alberto Núñez Feijóo a manifestar que este Gobierno ha perdido la brújula. En esta ocasión tenía razón.
También hubo quienes pusieron el foco en el presidente Carlos Mazón incluso cuando la tormenta aún no había pasado. Le recriminaron que acabara con la Unidad de Emergencias de la Comunidad Valenciana nada más alcanzar el poder porque en aquel momento dijo que era un gasto superfluo. Seguro que la noche de la tormenta se arrepintió de su decisión. También recibió críticas por no haber activado antes las alertas que avisaran a la población. Como siempre, hay quien quiere adelantarse a los acontecimientos y aprovecha la situación para atacar a su rival político. Es algo lamentable, porque tiempo habrá de analizar cómo se gestionó todo y de pedir explicaciones a quien tenga que darlas.
Las críticas, sobre todo en las redes sociales en las que abundan los todólogos y expertos de la 'Universidad de la Nadasabiduría', llegaron a la AEMET a quien acusaron de no prever lo que se nos venía encima. Muchos quedaron en ridículo cuando se supo que llevaban días avisando de las complicaciones que nos acechaban con esta espectacular y mortífera DANA.
Los que no fallaron, como siempre, fueron nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Policías locales, Nacionales, Guardia Civil, Servicios de Emergencias, Bomberos, Protección Civil... todos se activaron para ayudar a la población, a los que se encontraban atrapados en una carretera y a los que se subieron a los tejados para que el agua no les alcanzara... a todos los que pudieron. Como es habitual, se activó nuestra Unidad Militar de Emergencias que desplegó alrededor de mil personas para salvar vidas y para rescatar gente. Imagino que aquel que se reía de José Luis Rodríguez Zapatero cuando dijo que eso de la UME era una gilipollez aún seguirá metido en un agujero.
Los medios de Comunicación volvieron a mostrar su utilidad cuando hacen bien su trabajo. Las radios pusieron sus ondas a disposición de los afectados, para lanzar mensajes, para informar a la población o para ayudar desde la primera línea. Las televisiones nos llevaron a nuestras casas las imágenes de la tragedia, las historias humanas que nos hicieron encoger el corazón, aquellas que tuvieron final feliz y las que, por desgracia, acabaron en tragedia. Las redes sociales también estuvieron al pie del cañón, una herramienta perfecta cuando se usa bien. Lamentablemente incluso en estas horas de luto y duelo hubo quien aprovechó para colar sus bulos. Indeseables hay en todos lados y a todas horas.
A pesar de todo, después de la tormenta llega la calma, pero eso no significa que olvidemos lo que ha pasado. Saquemos conclusiones, analicemos lo que hicimos y porqué lo hicimos para que la próxima DANA nos coja preparados. Pero sobre todo, lo más importante, no nos olvidemos de las víctimas a los dos segundos.