Siempre se habla abiertamente de las aplicaciones para ligar o mantener encuentros sexuales dentro del Colectivo LGTBI. Unas apps donde, supuestamente, se muestra un espacio seguro para los gays, en las que pueden conocer a otros chicos y mantener relaciones sin tener miedo a equivocarte y ligar con un chico hetero u otras malas experiencias, pero ¿son tan bonitas cómo las pintan?
Hace unos años me mudé a la capital dando rienda suelta a mi orientación y queriendo descubrir todo tipo de “relaciones” sin necesidad de sentirme juzgado, solamente disfrutando. Sin embargo, no todo ha sido tan bonito como yo siempre he creído. Decidí lanzarme al vacío y probar con todo tipo de aplicaciones como Tinder o Grindr, pero esta experiencia ha desembocado en una falta de autoestima.
Cuando eres joven y comienzas a moverte por el mundo del colectivo, siempre piensas que no habrá discriminación por cuerpos o belleza, que ellos se fijan menos en eso porque siempre están denunciando este tipo de prototipos “perfectos” que se les ha establecido a las mujeres, pero cuando de verdad empiezas a avanzar un poco más te das cuenta de que la realidad es mucho peor.
Para nada quiero hacer una comparación con las mujeres o sus situaciones porque no es comparable, solo quiero mostrar la realidad que hay detrás de todas estas aplicaciones o encuentros LGTBI.
Una de las aplicaciones más famosas para los gays es Grindr, donde puedes hablar con quien quieras sin necesidad de hacer match. En cuánto te abres una cuenta te empiezan a preguntar por tu etnia, peso, estatura, rol y otro tipo de categorías que realmente solo describen el físico, unas características por las que te puedes sentir rechazado y así es los comentarios nada más activar tu cuenta no paran de llegar: “Eres muy delgado”, “Eres muy gordo”, “Busco chico negro”, “Pasa más fotos de tu cuerpo”, “Quiero ver bien tu cara”, “Busco macho, no me gustan los chicos con pluma” …
Vamos a pensar menos con la polla y más con los sentimientos, vamos a actuar con lo que predicamos
¿En serio pensabas que los gays no discriminaban la pluma? Pues no es así, son los que más lo hacen. Mostramos a los demás que podemos ser cómo queramos y no nos pueden discriminar por ser más afeminado, menos macho, porque seamos sinceros, los roles y estereotipos de género no nos ha traído muy buenos momentos en la sociedad. Sin embargo, en las espaldas nosotros mismos nos rechazamos por el hecho de no parecer más hombre y sí, a mí me han discriminado por ello.
Esto no es lo peor, en aplicaciones así te tratan como si fueras un producto, una persona que solo sirve para follar y después desechar, sin importar tus sentimientos o lo que te guste. Las conversaciones desde un inicio van encaminadas hacia el sexo, hacia lo que la otra persona le gusta, lo que quiera e incluso hay conversaciones que se abren con la foto de una polla sin tú haberla pedido.
Hay hasta aplicaciones en las que tras haber tenido un encuentro con alguien te dejan una reseña de cómo ha sido o si te ha gustado o no, como si fueras un hotel o un restaurante. De hecho, este tipo de comentarios pueden llegar a fastidiarte más porque otros se queden con una experiencia negativa de una persona, que para nada tiene que ser la que vivas tú. ¿Crees que esto no deja mella, que simplemente es algo de lo que te puedes reír? Pues no.
En el momento en el que la gente te empieza a usar, solo te busca sexualmente, te quiere por tu físico o te rechaza por ello, también tus pensamientos empiezan a cambiar. Te miras al espejo y no te gustas, empiezas a dudar de si vales o no, de si realmente le estás gustando a la gente o solo te están mintiendo para llevarte a la cama.
Un proceso del que cuesta salir porque te crean la necesidad constante de querer la aprobación de los demás y cuando no la recibes, porque ya “todos te conocen” y no quieren repetir o no les has gustado antes, empieza lo peor. En ese momento, empiezas a caer en un bucle constante de rechazarte a ti mismo, de sentir que no vales y nunca vas a llegar a encontrar alguien que lo haga.
Un proceso del que cuesta salir, sobre todo en una sociedad en la que las relaciones sexuales son “lo más importante” y si decides apartarte de ello para cuidarte, mejor dicho, para quererte, eres raro.
No condeno que haya aplicaciones para tener encuentros o querer conocer a alguien, de hecho, me parecen bien. Lo único que hay que cambiar son las formas de gestionarlas y la forma de tratarnos a nosotros mismos, saber que detrás de esa pantalla hay un chico que tiene sentimientos y puede estar pasando un mal o momento (o no) y dejando huella en su manera de tratarse a sí mismo. Vamos a pensar menos con la polla y más con los sentimientos, vamos a actuar con lo que predicamos.
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