La vida política está alcanzando unos niveles inauditos de desvergüenza que a los ciudadanos nos dejan sin palabras. El nivel de deterioro de nuestras instituciones está llegando a máximos por culpa del comportamiento intolerable de nuestros representantes públicos. Luego dirán que nadie les respeta ni les toma en serio. Normal
Los últimos capítulos de la larga lista de desagravios y pérdida de las formas de educación más elementales se han vivido justo estos días.
El pasado jueves, la ministra en funciones de Igualdad, Irene Montero (Podemos), fue recibida por la presidenta de las Cortes de Aragón, Marta Fernández (Vox), negándole el saludo lo que no deja de ser un nuevo pisoteo del más elemental de los libros de cortesía. El gesto empeoró con la secretaria de Estado en funciones, Ángela Rodríguez, a quien dejó negó darle la mano. Fernández olvida que en el ejercicio de su cargo público debe dejar de lado sus convicciones personales y debe cumplir con las obligaciones del puesto que ocupa. Siempre seguirá pensando que la ministra de Podemos “solo sabe arrodillarse para medrar” como dijo antes de acceder al cargo, pero mientras que represente a todos los ciudadanos de Aragón debe tener un mínimo de cortesía. El Partido Popular, que es quien le ha facilitado este cargo debería actuar para que estos episodios no vuelvan a producirse.
También este jueves, en el Pleno del Ayuntamiento de Madrid se vivió otro hecho lamentable. Esta vez protagonizado por el ya ex concejal socialista Daniel Viondi que se acercó al alcalde José Luis Martínez Almeida para tocarle la cara de manera amenazante. El espectáculo que se lio después fue lamentable con el edil del PSOE gritando a pesar de no tener la palabra y con el justificado cabreo del regidor madrileño que se sintió amenazado.
Lo único bueno de este lamentable suceso es que la portavoz socialista Reyes Maroto no tardó ni medio segundo en pedir perdón al alcalde y condenar lo sucedido. Pero una hora después, cuando se enteró del suceso, el líder de los socialistas madrileños, Juan Lobato, exigió que Viondi entregara el acta y se marche a su casa. Estos actos no son propios de ningún socialista y el mayúsculo error lo debe pagar.
Analizar quien fue el que lanzó la primera piedra no nos solucionaría nada. Por eso todos los partidos políticos deberían tomar cartas en el asunto para rebajar muchos niveles el nivel de crispación. Así no se puede hacer política, ni se puede generar el necesario debate que nos haga encontrar las soluciones apropiadas que a todos nos atañen.
Pero me temo que nadie está dispuesto a levantar el pie del acelerador. Lamentablemente dentro de pocos días, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones, tendrá que soportar una lluvia de incalificables insultos en pleno centro de Madrid en la celebración del 12 de octubre. Lo peor de todo es que aquellos que lanzan los insultos creerán que están defendiendo su patria y lo único que hacen es perder los papeles… aún más.