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Me quito la txapela. Muy bien, Athletic; así sí. Parece que siempre vengo con polémica y crítica; pero hoy no. Hoy os tengo que felicitar y es que os lo merecéis. Los leones se llevan la copa del rey a Bilbao. La gabarra vuelve a surcar el cantábrico y vuelven los de Valverde a conformar un mejor horizonte al fútbol español. Entre los problemas jurídicas aún por cerrar de algunos, entre lujos, entre excentricidades; ahí, justo ahí, resuena el rugido del Athletic Club.
Veíamos el otro día a algunos miembros de la plantilla celebrar con su gente la victoria en las calles de Bilbao. Y que necesarias eran esas imágenes. Porque si de alguien son logros como estos, es de la afición. Cuarenta años han tardado los vascos en traerse la copa a casa y la espera ha merecido la pena porque demuestran que han sabido estar en las duras y en las maduras. Han sabido dar un ejemplo de humildad y de raíces, de devolver a su gente lo que ellos han transformado en el campo. Un trofeo que sabe a abuelos llevando a sus nietos a San Mamés, a familia y a Historia.
Decía la semana pasada que estábamos ante uno de los momentos mas oscuros del fútbol, me retracto. Perdón. Habéis hecho que vuelva a confiar en los futbolistas, porque habéis demostrado que hay profesionales que siguen viéndose como chavales de barrio que soñaban en grande, no como súper estrellas inalcanzables. De una rojiblanca, para otros rojiblancos.
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