¡En que mundo vivimos, manda huevos!
Sin aflicción o vergüenza, sólo miseria descarnada en el corazón de los hombres.
Es un hecho, que la crueldad viste zapatos, calza ropajes de marca y aparecen muchos casos, con el rostro de un humano angelical.
Pero no posee alma y crea monstruos de dos patas.
Hace unos días, en la hora del almuerzo me encontraba tranquilamente viendo el noticiero, cuando saltó a la palestra un suceso de la cabecera del informativo, que hizo que soltara el cubierto y me echara las manos a la cabeza, en un gesto entre furioso y perplejo.
En el muro de la vergüenza que separa el país mas rico del mundo, de su paupérrimo vecino del sur, dos desalmados individuos encaramados al muro iban soltando desde tres metros de altura y sin compasión alguna, cual si de perros se tratara, a dos pequeños niños migrantes de corta edad al otro lado de la valla , para a continuación salir por pies y dejarles abandonados a su suerte y a merced del sol de justicia o a incontables desgracias por terribles que estas se trataran.
Aún no había salido de mi asombro cuando unas fechas más tarde en la misma zona del mapa del planeta , otra cruda imagen, igual o mas dura si cabe que la anterior, vino a golpear las retinas del ciudadano de a pie cual si de lanza hiriente se tratara.
En medio de un desierto inhabitable, dos agentes de la ley fronterizos, aciertan a distinguir una minúscula figura que camina en la soledad más absoluta.
Cuando le salen al paso, acaban por descubrir, a un chaval de diez años, completamente aterrorizado y con llanto desconsolado el cual afirma entre hipos, que las mafias le han botado del grupo con el que viajaba, abandonándole en solitario en este lugar de infierno y muerte.
No existe animal más salvaje que el ser humano, que es capaz de matar sin hambre, ni remordimiento en el alma.
En otro orden de cosas pero que guardan estrecha relación con estos acontecimientos, es por todos bien sabido que en la mitad del mundo civilizado se utiliza a niños de corta edad para intereses comerciales, sexuales o sociales de cualquier índole que reporten beneficios a seres, entidades o multinacionales sin escrúpulos.
Todo por la pasta vale y el pobre o el desvalido que se aguante.
La crueldad no se toma días libres y le hace honor a su fama.
En fechas de este mes de Abril, concretamente el Dieciséis, se celebró el Día Internacional de la Esclavitud Infantil, sin que pueda constatarse por el momento, que se ha logrado paliar, ni mucho menos erradicar, esta lacra que traspasa fronteras, tiñendo de vergüenza y deshonor el espíritu de la raza humana.
La solución no pasa por la intención puntual ocasionada por un momento de estupor o rabia, sino por la implicación constante en la medida de las posibilidades de cada ciudadano.
No cerremos los ojos a la injusticia o desventura sufrida en las carnes del prójimo, pensemos que mañana podría darse la vuelta a la tortilla y ser la sangre de tu sangre la que sufriera este dislate.
No existe medicina más efectiva, como ponerse en la piel del paria o el olvidado.