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¿Ultras? No, gracias
La violencia y el fanatismo tiene que estar fuera de los campos

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MADRID |

Tenemos que hablar. No eres tú, Cerezo; son todos ellos. Esto tiene que terminar aquí. La gota que ha colmado el vaso nos ha empapado a todos. No tienen espacio y nunca tuvieron que tenerlo.

Coraje y corazón, dos palabras grabadas a fuego en el pecho de cualquier colchonero. Un lema que es filosofía de vida rojiblanca, un eslogan que debería servir para más que decorar las paredes del Metropolitano. La imagen que vimos en el derbi es lamentable y vergonzosa. Por suerte, no representa a nadie y digo a nadie porque eso no es el Atlético de Madrid, eso ni si quiera es fútbol. Son energúmenos alentados por el olor a caverna.

El domingo 29 de septiembre de 2024 se dejaron en evidencia los tareas pendientes que mantiene el fútbol a día de hoy. La violencia y el fanatismo tiene que estar fuera de los campos y por ende, todos sus representantes. Ahora bien. Si llegan las sanciones -que llegarán- no nos quedemos en eso. Vayamos más allá y como equipo tomémonos el tiempo para debatir si merecemos soportar esta peste a mafia dentro de nuestro propio estadio un partido más.

El Atlético de Madrid es ir al campo con tu padre que lloraba en el Calderón. Es soñar con ganar, es tragarte cualquier partido sea decisivo o no aunque al día siguiente tengas que madrugar. El Atleti es caminar partido a partido sabiendo que los sueños se amasan en la cuna sobre colchones rojiblancos. Eso es el Atleti. No avivar fuegos que crearon otros; porque tanta culpa tiene el que agrede como el que provoca.