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Y dos meses después… seguimos sin Gobierno
España camina sin rumbo político definido y sin certezas sobre lo que podrá pasar en los próximos meses
MADRID |

Los españoles fuimos convocados a las urnas el pasado 23 de julio, pero seguimos sin Gobierno. Alberto Núñez Feijóo se somete en unos días a una investidura que sabe fracasada, pero dirige sus esfuerzos a obstaculizar la reelección de Pedro Sánchez. El líder de los populares debería estar contando a todos su proyecto para España aunque, sabedor de que no encontrará aliados parlamentarios que le lleven a La Moncloa, mejor hubiera sido no proponerse como candidato.

Mientras que nuestro país avanza sin rumbo político definido, el candidato se dedica a convocar actos de partido para poner piedras en el camino de su rival. Como buen gallego, no se sabe si sube o baja y unos días pide un acto de transfuguismo a diputados socialistas y al otro manda subir a la tribuna del Congreso a uno de sus portavoces para que hable en Euskera.

Esta semana, quizás, escuchemos lo que tiene pensado el ganador de las elecciones para este país, una hoja de ruta en la que difícilmente entrarán la gran mayoría de catalanes y vascos. Nos hablará de derogar el sanchismo, de lo malo que es este PSOE que está dispuesto a romper el Estado de Derecho y los mismísimos cimientos constitucionales, y de cómo piensa construir un futuro de oportunidades para todos junto a un partido de extrema derecha que anhela el régimen franquista.

Pedro Sánchez espera su oportunidad manejando sus mejores cartas. Se pavonea por la ONU donde recibe besos y abrazos de los líderes mundiales. Tiene ganados a todos los altos mandatarios europeos que tienen la esperanza de seguir viéndole en los grandes foros de las instituciones comunitarias. Y en casa, arrasa entre su fiel militancia que hace años que le subió a los altares, por encima de Felipe González, Alfonso Guerra y demás históricos socialistas. Los que no tienen carnet de partido le ven como el dique de contención de una derecha ultraconservadora dispuesta a llevarnos a un pasado al que no quieren volver. Solo así se entiende que el 23J el sanchismo lograra vencer a las encuestas movilizando un millón de votos que en las municipales y autonómicas estuvieron perdidos.

Pero el actual presidente del Gobierno en funciones debe pasar un caro fielato si quiere seguir mandando en España. Los resultados electorales no le tiraron del caballo, pero tampoco le ofrecieron alternativas cómodas para el futuro. El próximo Ejecutivo tendrá que pasar por la mesa de negociación con los nacionalistas vascos y, sobre todo, con los catalanes que ven ahora una oportunidad de oro para conseguir gran parte de sus exigencias.

Ante las dos alternativas posibles: Feijóo y Abascal o Sánchez, Díaz y los nacionalistas, se abre una tercera vía: Nuevas elecciones. Si los dos primeras solo convencen a una mitad casi perfecta del país, la tercera no convence a nadie. De tanto lanzar los dados, podemos romper el juego de la democracia.