Elena escuchaba atentamente a su madre. La oía hablar sobre el escenario 2, las clases burbuja, el confinamiento… demasiadas preguntas le surcaban la cabeza: ¿Podré ver a mis amigas? ¿Podré ir al cole todos los días? ¿Aprenderé todo lo que necesito? ¿Será necesario estar siempre con mascarilla, o me la podré quitar? ¿Qué debo hacer para no coger el Covid? ¿Y para no contagiarlo?
Estaba feliz por volver al cole pero, con tantas dudas, Elena también tenía miedo. Miedo de que les confinaran cada dos por tres, de que nada funcionase, de no poder acabar el curso, de que alguno de sus amigos tuviera Covid. Miedo de no poder hacer algunos exámenes, de no saber cómo actuar ante determinadas situaciones. Miedo incluso de cosas sencillas como no saber si podrían o no comer en el cole o tomar la merienda…
Pero empezó el curso y, poco a poco, Elena fue aprendiendo a jugar en un pequeño cuadrado del patio, a respetar las distancias entre burbujas, a comer sin hablar con el compañero. Aprendió a llevar la mascarilla todo el tiempo, a respirar bien con ella, a no compartir material, a estudiar a través del ordenador… Elena aceptó no cambiar cromos en el patio, cargar los viernes con todos sus libros por si el lunes no podían volver y entrenar al baloncesto con un balón propio. Cambió el ir a la casa de sus amigas a dormir por dar con ellas un paseo por la montaña. Se acostumbró a preguntar cada semana qué restricciones tenían que seguir, a echarse gel hidroalcóholico veinte veces al día y a no culpar a la niña con Covid que les había obligado a guardar cuarentena y quedarse con las ganas de ir ese cumpleaños tan esperado. La emoción infinita de al fin celebrar su comunión aunque fuera solo con ocho amigas parecía no llegar, pero no se desesperaba por ello; al contrario, había aprendido a buscar siempre una solución.
Elena aprendió a convivir con la pandemia, a sufrir, a recordar y a amar lo que antes teníamos.
Apenas queda un mes de clase y todos los niños, como Elena, hemos aprendido esto y más. Y al contrario de lo que pensaba la mayoría, hemos conseguido acabar el curso. Ha sido un año diferente; con risas, tristezas, altibajos, confinamientos, buenas noticias y también malas, pero eso ha hecho que seamos más fuertes y podamos caminar ahora con la cabeza bien alta y mucho orgullo. ¡¡Si hasta la Comunidad de Madrid nos ha dado una medalla!! A pesar de todo, creo que esto ha sido la experiencia de vida más difícil y a la vez valiosa que nos ha podido tocar, y que todos los niños que, como Elena, hemos vivido este curso 2020-2021 estaremos a partir de ahora preparados para todo lo que nos suceda. No digo que haya sido un año bueno, ya que ha habido muchas pérdidas queridas, demasiadas familias que han sufrido más de lo que les tocaba y que siguen sufriendo. Pero sí creo que esta pandemia nos ha hecho más positivos, menos egoístas y más valientes.