En 2006, con motivo del 75 aniversario de la creación de las misiones pedagógicas, la Residencia de Estudiantes organizó la exposición ‘Las misiones pedagógicas 1931-1936’. A partir del proyecto y los contenidos ofrecidos en la versión de 2006, ahora se ha creado un nuevo formato expositivo con vocación itinerante, que pretende ofrecer a un público más amplio la oportunidad de conocer las Misiones Pedagógicas, iniciativa creada en mayo de 1931, durante la II República.
Su objetivo, según el decreto de su fundación, residía en llevar a las personas “con preferencia a las que habitan en localidades rurales, el aliento del progreso y los medios de participar en él, en sus estímulos morales y en los ejemplos del avance universal, de modo que los pueblos todos de España, aun los apartados”, participasen de “las ventajas y goces nobles reservados hoy a los centros urbanos”.
La sala de exposiciones del cultural centro García Lorca recibe el nombre de Maruja Mallo
“Para transformar España en una república democrática, basada en la soberanía popular, era necesario salvar la distancia que existía entre las ciudades, que disfrutaban de un mejor acceso a la cultura, y un campesinado sumido en el aislamiento y ajeno a los cambios que se estaban produciendo en el mundo”, explica el libreto de la muestra, comisariada por Eugenio Otero, profesor de Historia de la Educación de la Universidad de Santiago de Compostela.
La exposición, que se puede visitar en el patio del centro García Lorca hasta el martes 28 de marzo, se divide en varios apartados que recorren desde los antecedentes de esta experiencia, sobre 1881, cuando desde la Institución Libre de Enseñanza, Francisco Giner de los Ríos propuso medidas para reformar la instrucción pública, entre las que se incluía la creación de misiones ambulantes, hasta los servicios que ofrecían las Misiones Pedagógicas: bibliotecas, el Museo del Pueblo, cine y proyecciones fijas, coro, teatro del pueblo o música.
Desde el 3 de marzo, la sala de exposiciones del cultural centro García Lorca recibe el nombre de Maruja Mallo, pintora surrealista que también participó en las Misiones Pedagógicas.
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