Fomentar la curiosidad innata del ser humano, es el mayor reto que han tenido, tienen y tendrán los educadores frente a los estudiantes de todo tiempo, lugar y condición. Hasta hace poco, esto solo se hacía en las primeras etapas. A partir de la etapa de Educación Primaria era un educador el que dirigía y exponía su conocimiento, convirtiendo al niño en un elemento pasivo al que se le mermaba su mayor habilidad: aprender por experimentación, por indagación, y en definitiva, por él mismo.
Afortunadamente, esto ha cambiado para bien en algunos centros educativos, principalmente los que han incorporado nuevas metodologías activas, más cercanas, reales y efectivas; mucho más adaptadas a unos tiempos en los hay una sobre información al alcance de todos y en los que tener una capacidad crítica cada vez es más importante.
Es fundamental que nunca dejemos de intentar aprender cosas nuevas, y un niño, desde su nacimiento, aprovecha cualquier momento para hacerlo. Si para ello se le facilitan, además, instrumentos, recursos, situaciones y medios en diferentes contextos, sus primeros años de vida se convierten en el periodo más idóneo y efectivo para su desarrollo y estimulación, tanto a nivel cognitivo como sensorial. Es por eso por lo que “la calidad educativa, la metodología y el entorno escolar, son pilares fundamentales para un aprendizaje significativo y duradero”, afirma Ana de la Calle, coordinadora de E. Infantil en el Colegio Privado Internacional Eurocolegio Casvi.
Tenemos que tener claro lo que queremos que nuestro hijo sea a de mayor. No hablamos de profesiones, si no de personas. Si queremos que a nuestro hijo le guste leer, tenemos que inculcarle el gusto por la lectura desde pequeño, y así con todo.
Tenemos que saber qué habilidades son necesarias para desenvolverse en la sociedad futura; qué aptitudes, independientes de la profesión que elijan, serán importantes que desarrolle, porque eso es lo que les va a dar una ventaja competitiva importante de cara a la universidad y al mercado laboral.
La manera que un niño tiene de jugar, aprender, hablar y actuar son indicadores de su propio desarrollo
La manera que un niño tiene de jugar, aprender, hablar y actuar son indicadores de su propio desarrollo, el cual se potencia fomentando desde las aulas los siguientes aspectos y habilidades:
- La comunicación oral. (Inglés o Español) Permite desarrollar la actitud de saber escuchar, interactuar y poder relacionarse con los demás. Esto va a favorecer el progreso de la atención, la convivencia y la adquisición de valores. Además, “aprender fonética inglesa (a través del método Jolly Phonics, por ejemplo), trabajar en grupos reducidos y desarrollar conversación en esta lengua con profesores nativos de diferentes nacionalidades, que acompañan a los alumnos durante toda la jornada escolar, facilitan que, desde un año, sientan interés y disfruten con ello”
- La comunicación no verbal. Es la forma de conectar con compañeros y profesores a través de gestos, la expresión, el llanto, la sonrisa, la mirada… Esto, les lleva a desarrollar el pensamiento, la empatía y la sensibilidad, tan beneficiosos para su inteligencia emocional.
- Habilidades lecto-escritoras y matemáticas. Ambas se potencian desde el primer año de vida “a través de un proyecto innovador que nos aleja del aprendizaje tradicional”, explica su coordinadora en E. Infantil. En él se hace especial hincapié en el razonamiento, la manipulación, la observación y la experimentación de manera lúdica.
- Habilidades tecnológicas, de programación y robótica. En este caso, como en los anteriores, también es importante comenzar su desarrollo en edades muy tempranas. Para ello, se crean planes de carrera que comienzan en esta etapa (y finalizan en Bachillerato), que utilizan herramientas como “Jack The Robot”, construcciones con “Lego Duplo”, “Cubetto”, o el uso de iPads para programar con Scratch Junior, haciendo del niño un verdadero nativo de una sociedad cada vez más tecnificada.
- La expresión corporal, musical y artística que, junto a la natación, se integran de manera transdisciplinar y desde un año, se afianzan a través de diferentes actividades durante la jornada escolar, y “permiten la adquisición de hábitos y rutinas que les llevan a fomentar la seguridad en sí mismos y a una mayor autonomía”.
Metodología IB desde Primer Ciclo
Un ejemplo de todo lo hablado anteriormente es la forma de trabajo que lleva a cabo el Colegio Privado Internacional Eurocolegio Casvi, situado en Villaviciosa de Odón. “La metodología constructivista del Bachillerato Internacional nos posibilita alcanzar con el mayor éxito posible todos los objetivos anteriores”, continúa explicando Ana de la Calle. “Gracias a ella, nuestros alumnos disponen de todas las herramientas de aprendizaje necesarias para la estimulación, reconocimiento y fomento del potencial de cada niño, algo que fortalecerá su autoestima, iniciativa y todos sus aprendizajes posteriores, en los que se les involucra desde el primer momento”.
Al contrario de lo que muchos piensan, ser alumno IB puede comenzar desde los 2/3 años si el centro y el personal humano tienen la preparación adecuada. En ese momento ya se puede trabajar con esta metodología en centros como el mencionado colegio de Villaviciosa de Odón, el cual dispone del Programa Continuo (Perfil IB: indagadores, de mentalidad abierta, informados e instruidos, pensadores, buenos comunicadores, íntegros, reflexivos, audaces, solidarios y equilibrados).
“Indagar, expresar, representar y compartir permiten alcanzar una educación de calidad desde el primer año de vida de nuestros alumnos, gracias a la cual acaban asumiendo una serie de valores, habilidades, contenidos y competencias múltiples, imprescindibles en el futuro para desarrollarse personal, emocional y profesionalmente en una sociedad cada vez más exigente”, concluye.