Diferentes enfermedades propias del envejecimiento o distintas circunstancias, acabarán por marcar nuestro desenlace. Sea como sea, el fin de la vida llegará a cada uno de nosotros: una realidad que es inevitable... ¿O no?
Si algo tenemos claro desde nuestro uso de razón es que la vida es finita. Esta afirmación parece asustar a muchos, y ser aceptada apaciblemente por otros. Aun así, de forma general, el ser humano prefiere no asumir ese futuro que le aqueja y que, tarde o temprano, llegará. Por otra parte, diferentes expertos han situado la barrera en los 130 años, de momento.
Para conseguir la vida eterna, algunos estudios han experimentado con embriones de animales y células madre humanas, con grandes resultados, aunque cuestionables de nuevo por parte de la ética científica. ¿Merece la pena vivir más? Y la gran pregunta: en caso de poder extender la vida más allá de la frontera, ¿quién podrá acceder a estos novedosos procedimientos, a la par que costosos?
Hay quien cree que los servicios de rejuvenecimiento estarán al alcance de todos, como ya ocurrió con la llegada de los móviles a precios más asequibles. “Las tecnologías que inicialmente solo son asequibles para los ricos suelen estar más disponibles con el tiempo”, aseguraba a CNBC Stefan Schubert, investigador de la London School of Economics. Este punto de vista fue compartido por Jaan Tallinn, cofundador de Skype, quien cree que la búsqueda de la vida eterna será positiva para toda la humanidad.
No se sabe si todas las clases sociales tendrán el acceso a una vida infinita, pero por ahora, la muerte no entiende de billetes. El fin de la vida llega incluso hasta para el más adinerado. Sin embargo, algunos multimillonarios del mundo de la tecnología han adquirido este tipo de negocios de investigación. Entre estos el más destacado fue Jeff Bezos, de quien recientemente se informó sobre sus inversiones en el ámbito de la reprogramación biológica. Aunque también aparecen Yuri Milner, Larry Ellison y Michael Spencer.
Algunos multimillonarios del mundo de la tecnología han adquirido este tipo de negocios de investigación
Existen ya personalidades científicas bastante reconocidas en el mundo del rejuvenecimiento, como Carlos Izpisua Belmonte, detrás de los experimentos entre células madre humanas y embriones de monos. Este, según un informe del MIT publicado recientemente, formará parte de la startup Altos Labs para conseguir la fuente de la eterna juventud. Detrás de su financiación está Yuti Milner (miembro del capital de Twitter y Facebook) y, presuntamente, Jezz Bezos.
Estos dos personajes no son los únicos que se han sumado a la nueva tendencia. Tal y como informó The New Yorker, Larry Ellison, fundador de Oracle, ha destinado más de 370 millones de dólares (315 millones de euros) al estudio del envejecimiento y las enfermedades propias de la edad.
A Ellison se han unido también Sergey Brin y Larry Page, a través de la creación de la biotecnológica Calico, que forma parte de Alphabet (Google). Según Time, el propio Page ha invertido en una startup de Anne Wojcicki, la esposa de Brin. La compañía en cuestión fue 23andMe, de secuenciación genética. Además, por su parte, Brin se unió a Mark Zuckerberg, de Facebook, y a Milner, en la fundación del Premio Breakthrough para "extender la vida humana", con 33 millones de dólares (28 millones de euros).
Las amistades financieras, en el caso de la biotecnología, suelen ser habituales. En este sentido, Peter Thiel, cofundador de PayPal y Palantir, y Bezos invirtieron en Unity Biotechnology. Este último aportó 122 millones de dólares en 2016, aunque sin un retorno claro de la inversión. Otra startup del entorno es Juvenescence, del multimillonario Jim Mellon y la cual logró recaudar 170 millones de dólares (145 millones de euros) con inversiones por parte de Mike Cannon-Brookes, cofundador de Atlassian, o Michael Spencer, fundador de NEX Group, según CNBC.
Para algunos, las investigaciones sobre el envejecimiento son prometedoras y un gran avance para la sociedad, sin embargo, otros apuestan por la inversión en campos que actualmente preocupan al mundo y más que a la longitud de la vida, a su calidad.