Detrás de los porcentajes, las cifras y los titulares de desahucios, quiebras y despidos respiran las historias personales que Juan Diego Botto recupera para dar forma a su ópera prima. ‘En los márgenes’ pone cuerpo al drama social al que nadie quiere mirar, por si tomar conciencia nos sitúa en una posición incómoda que nos impide volver a mirar desde la pasividad de quien se siente ajeno a todo lo que barremos bajo una alfombra que ya no puede recoger más pedazos. Precisamente así, a trozos, se construye este film que narra historias cotidianas con la crudeza propia de una realidad asfixiante en la que el único soplo de aire llega de quienes deciden acompañarnos en un camino complicado, sosteniendo el asa de una mochila que parece pesar menos si la carga es compartida.
Pese a no haber llevado a casa el Goya, Luis Tosar se mete extraordinariamente bien en la piel de Rafael, el abogado que sirve de nexo de unión entre las vidas de esas personas que hacen malabares sobre la cuerda floja para salvar su techo, doblar turnos de trabajo, conservar la custodia de sus hijos e hijas y, entre tanto, lidiar con el estigma y la culpa. En medio de este panorama, el personaje de Rafael abre otro melón interesante que aborda la tarea pendiente de priorizar(nos) sin sentir que estamos abandonando al resto, sin boicotearnos pensando que pudimos hacer más.
‘En los margenes’ aparece en la pantalla cargada de respuestas incómodas y desaparece dejando en el aire interrogantes tan molestos como necesarios: ¿Estamos garantizando un escudo social que no deje a nadie al descubierto? ¿Quién establece los márgenes socioeconómicos? ¿Estamos sacrificando a quien vive en ellos? ¿Y a quienes trabajan para ofrecerles una salida?
Juan Diego Botto pone cuerpo y rostro al drama social al que nadie quiere mirar