Desde el año 2018, late en la calle del Monte Blanco de Fuenlabrada un proyecto cultural único, que traspasa fronteras, y que gira alrededor de la danza, el flamenco, la creación artística, en definitiva, del arte en su máximo esplendor. Es el Centro Coreográfico María Pagés impulsado por la universal María Pagés, premio Nacional de Danza, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y premio Princesa de Asturias de las Artes. Le acompaña en esta aventura El Arbi El Harti, un hispanista, filósofo, poeta, escritor y "un enamorado de este país".
Ambos podrían protagonizar tres apasionadas historias de amor y nos lo han contado en esta entrevista en Televisión Digital de Madrid. La primera historia de amor es la que tiene desde hace más de 40 años María Pagés con el flamenco y los escenarios; la segunda, está protagonizada por ambos lo que permitió que la Fundación y el Centro Coreográfico sean hoy una realidad; y la tercera historia es la que unió hace siete años este proyecto con esta ciudad, con Fuenlabrada, que les acogió como se merecen y que lleva a reconocer a María Pagés que "esta ciudad nos abrió las puertas y somos unos enamorados de Fuenlabrada".
El Arbi reconoce de alguna manera estas tres historias "nos unió el amo, el amor por la danza, por la cultura y por Fuenlabrada". Nos cuenta que su trayectoria académica y política en su país, Marruecos, dio un giro radical al conocer a María. Su vida, que antes estaba marcada por una intensa actividad política, encontró en la danza un nuevo camino "lo que hemos hecho en Fuenlabrada es el resultado de una profunda conciencia de amor", sostiene, haciendo alusión a la simbiosis que ha nacido entre su pasión por la cultura la ciudad que de alguna manera les ha adoptado.
María Pagés está unida al flamenco desde casi su nacimiento "es una parte esencial de mi vida". Nacida en Sevilla, su conexión con la danza flamenca fue inmediata y profunda "el flamenco no solo me ha acompañado, me ha hecho descubrir otras muchas posibilidades. Es un arte abierto, dispuesto a recibir influencias y a compartir con toras formas". El flamenco, para María, no es solo una tradición, sino una puerta hacia la innovación.
Y esa innovación se ve desde que entras por la puerta del Centro Coreográfico. Este espacio acoge artistas y compañías de todo el mundo y se ha convertido en un punto de referencia para la danza y la creatividad. Cada año, se realizan residencias de creación y se apoya a artistas que están en las primeras fases de sus proyectos, tal y cómo destaca Pagés "el acompañamiento es fundamental. El mundo de la danza no es solo bailar, es crear, experimentar y compartir".
De los programas que se desarrollan, destaca el denominado Proyecto Ballena, que acompaña a los artistas en sus primeras creación. Esta iniciativa está ofreciendo grandes resultados y está contribuyendo a la profesionalización de nuevos talentos en el mundo de la danza.
Durante la charla, nuestros dos invitados nos han contado cómo la pandemia cambió sus planes, aunque supuso un refuerzo del proyecto "superar la pandemia nos dio un impulso extra. Veníamos con la mochila llena de experiencias y el deseo de seguir adelante", nos cuenta El Arbi. Esa resiliencia creada en aquellos difíciles momentos fue clave para hacer frente a los nuevos desafíos.
Además de acoger a compañías profesionales, el Centro desarrolla una gran labor social con los niños y mayores de la ciudad y con otros colectivos.
El programa "El baile contado a los niños", les permite inculcar unos valores como la solidaridad, la cooperación, la salud emocional... A través de la danza, buscan que los niños descubran el arte, se expresen, pierdan los prejuicios sociales, etc.
El trabajo con los mayores, a través de espectáculos como "Amor, escalemos juntos la montaña" o "Tengo la edad que tengo y siento", sirve para luchar contra la soledad no deseada. Pero es un beneficio mutuo del que también se beneficia el propio centro. Los mayores no solo aprenden, sino que aportan mucho a los profesores y a los jóvenes artistas. La interacción intergeneracional es fundamental, ya que los mayores comparten sus experiencias de vida, contribuyendo a la identidad y la memoria colectiva del país.
Mirando al futuro, María Pagés y El Arbi El Harti reflexionan sobre la Inteligencia Artificial y la tecnología. Consideran que las artes escénicas son un antídoto contra este fenómeno, pues ponen en valor la corporeidad, el sudor y la emoción que ofrecen los seres humanos.
Y, como no, resaltan la importancia del público. Se trata de una conexión emocional fundamental y reconocen que la creación artística no tiene sentido sin el público.
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El Centro desarrolla una gran labor social con los niños y mayores de la ciudad y con otros colectivos