Comenzamos actividad después de la Semana Santa y salta la noticia: 'El papa Francisco fallece tras unas semanas padeciendo una enfermedad pulmonar'. El Vaticano llora su pérdida, los católicos lloran su pérdida y las personas que vimos todo aquello que propuso e intentó, lamentamos su pérdida. Se va una buena persona y, según muchos, un buen papa.
Posteriormente, nuestro país decreta 3 días de luto. Enseguida, saltan muchos mensajes de todos los signos políticos recordando a Francisco, y es que, quizás, el papa ha sido la primera persona que ha conseguido colocar a todos en el mismo lado, o a casi todos, ya que pocas han sido las palabras negativas que he leído sobre él. Se decretan 3 días de luto en nuestro país a pesar de ser aconfesional, pero creo que es una buena decisión, porque ante todo, Francisco quiso hacer el bien, quiso ayudar, quiso aportar, e incluso, en ocasiones, se alejó de las doctrinas eclesiásticas algo anticuadas.
Francisco llegó tras la renuncia de Benedicto XVI y comenzó un periodo de acercamiento de la Iglesia a rincones donde aún no había llegado. Habló sobre LGTBIFobia, sobre las guerras y la necesidad de establecer la paz, puso en su sitio a Putin y a Netanyahu condenando sus políticas conflictivas. El papa también pidió auxilio para los más débiles que estaban sufriendo épocas de guerra, y siempre tenía un momento para dedicar a sus seguidores.
Francisco se fue apurando sus funciones, ya que estuvo la tarde de antes asomado a un balcón del Vaticano celebrando el "Urbi et Orbi", pese a su delicado estado de salud. Quizás quiso despedirse de todos los que allí se congregaron, quizás quiso mostrarse por última vez. Siempre quedará en nuestra memoria todos esos momentos en los que sabía salir de situaciones comprometidas con total normalidad, con humildad. Es más, el papa no ha querido que su funeral fuera con honores, ha elegido seguir siendo humilde, como vivió la mayoría de su vida.
Ahora toca esperar y ver qué figura decide el Cónclave para continuar con su legado, o quizás para comenzar uno nuevo. Tocan días de reuniones, baile de nombres y fumatas mientras los católicos esperan ansiosos conocer el nombre de su nuevo pastor.
Esperemos que la Iglesia y su nuevo papa continúen explorando nuevas vías de acercamiento a todos los colectivos, poniendo luz en aquellas esquinas que la Iglesia aún mantiene oscuras, actualizando pensamientos que se me antojan algo anticuados, pero que esperemos, vayan cambiando.