El equipo de Gobierno de Moraleja de Enmedio ha querido dejar para la posteridad un audio en el que se puede escuchar como suenan las fiestas del municipio. Todos los que viven la festividad en honor al Cristo de la Salud guardan en su retina las imágenes de estos días que entrelazan la tradición popular con las nuevas formas de diversión. Ahora, nuestros teléfonos móviles guardan esas imágenes para recordarlas pasados los años. Pero ¿a qué suenan unas fiestas? Para eso, el ayuntamiento convocó e invitó a sus vecinos a enviar audios (vía WhatsApp) con esos sonidos que representen las fiestas patronales.
El resultado es un archivo sonoro que quedará para las generaciones futuras que podrán ‘viajar’ en el tiempo para poder captar el ambiente festivo de estas fiestas de 2023.
Un gallo que suena a lo lejos, los pájaros que levantan el vuelo con las primeras luces del alba o los ladridos de un perro que capta nervioso que algo infrecuente pasa en las calles del pueblo son el comienzo típico de cualquier día de las fiestas en Moraleja de Enmedio.
Pronto llegan los rumores del festivo canto de las peñas, que ponen alma popular a unas fiestas moralejeñas en las que vecinos y forasteros comparten espacio público para olvidar los problemas diarios y sumergirse unas horas en una vorágine de buen rollo y diversión. Desfilan en alegre ambiente mientras entonan letrillas populares: “somos de aquí, somos de allá, somos de Moraleja… si nos preguntan de dónde somos contestaremos en alta voz somos de un pueblo muy chiquitito llamado Moraleja y es el mejor…”.
Los sonidos de una partida de mus, proveniente del siempre exitoso concurso de fiestas, se entremezclan con alabanzas al vino o con canticos ‘guerreros’ de una peña que se autodefine como la mejor del pueblo para envidia sana del resto de peñistas.
No faltan los cánticos religiosos pues, al fin y al cabo, no podemos olvidar que estamos ante unas fiestas en honor al Cristo de la Salud. Tampoco falta a su cita, porque estamos en septiembre, la lluvia que casi siempre se invita sin avisar y aplaza la fiestas por unas horas.
Las ofertas insuperables del vendedor ambulante que ofrece bebidas frescas por todos los rincones se ven superadas por una voz rotunda que se arranca a cantar una jota popular. Los truenos de las tormentas dan paso a los rayos de sol que luchan por hacerse notar, mientras que los tañidos de las campanas nos recuerdan que el día avanza y la noche se acerca para que la fiesta explote en todo su esplendor.
Como no, se cuelan los sonidos de nuestro tiempo con la canción de moda para la chiquillería o los mejores ritmos discotequeros que ponen a bailar a pequeños y mayores. Mientras tanto, los menos marchosos están atentos al bingo popular que se resuelve con los gritos nerviosos del ganador que ya se ve de vuelta a casa con un jamón como premio.
En la otra punta del pueblo, el coso taurino nos deja una serie de sonidos tan típicos como controvertidos en una época de contrastes de opiniones. Los festejos taurinos traen la música de charanga que pone banda sonora al peligro. También nos deja gritos de mujeres asustadas por una inminente cogida del astado, salvada milagrosamente a última hora con un recorte inverosímil del valiente de turno.
Y la fiesta acaba como acaban todas, con el ruido ensordecedor de los petardos y de los fuegos artificiales. Unos estruendos que tampoco se escapan de la polémica en una época en la que hacemos demasiada ostentación de nuestras diferencias, incluso en fiestas. Los que sufren por sus mascotas piden otros modos de diversión, mientras que el resto mira al cielo de su pueblo para ver cómo la traca final deja paso al silencio… hasta el año que viene.
La fiesta acaba como acaban todas, con el ruido ensordecedor de los petardos y de los fuegos artificiales