¿Qué fue de aquella Alcalá llena de vida y de cultura en la que todos nos volcamos a la calle con la Fura dels Baus? ¿Qué queda del espíritu del Patrimonio en el que toda la sociedad civil, cultural, política, universitaria y hasta religiosa se volcó por algo que nos enorgullece dentro y fuera de nuestra ciudad? ¿Dónde está esa programación cultural que hacía venir a gente de todas partes y cultivaba a los propios alcalaínos?
Poco queda de todo aquello, y la muestra es la presentación de los actos del XXV Aniversario de la declaración de Alcalá como ciudad Patrimonio de la Humanidad. En un acto celebrado en plenas vacaciones de Semana Santa (como las leyes que acomplejan a los gobiernos), en el que las asociaciones se podían contar con los dedos de las manos y en el que ni siquiera estaba la Sociedad de Condueños, principal valedora del Patrimonio alcalaíno.
Si entramos a valorar la programación en si, tengo que alabar el gran esfuerzo de las entidades culturales de la ciudad, que preparan espectáculos específicos para esta onomástica, pero echo de menos un esfuerzo un poco mayor por traer cultura de primera fila a nuestra ciudad. Sin duda, las entidades locales tienen que tener un papel importante en cualquier celebración que ponga en marcha nuestra ciudad, pero esto no exime de compaginarlo con una oferta cultural de primera línea.
Que nos tengamos que ir a Madrid para disfrutar de una programación teatral de reconocimiento nacional teniendo en casa el Teatro Salón Cervantes y el Corral de Comedias, me parece vergonzoso. Tener espectáculos en los que las propias asociaciones culturales se puedan mirar y de los que puedan aprender y con los que los alcalaínos se puedan cultivar y puedan disfrutar me parece básico en una ciudad que, durante muchos años, ha sido baluarte de eso, de la Cultura.
Tener espectáculos en los que las propias asociaciones culturales se puedan mirar y de los que puedan aprender y con los que los alcalaínos se puedan cultivar y puedan disfrutar me parece básico
Igual aún podemos guardar la esperanza de que se amplíe la oferta, de que el día 2 de diciembre sea, realmente, un día de fiesta como lo fue en 1998 cuando todos salimos a las calle entre fuegos artificiales y alegría, lo mismo nos puede sorprender una programación más ambiciosa para esa fecha tan importante.
Al menos la Universidad ha mirado de puertas para fuera. Comenzó el año con las tareas, al menos presentadas, y nos presentó una programación con un lema, que se irá perfilando a lo largo del año. Pero ya hablaba de las demás Universidades Patrimonio de la Humanidad fuera de nuestras fronteras, ya ponía la mirada en la universalidad del título de la UNESCO. La del Ayuntamiento no mira ni más allá del Torote...
Pero poco o nada queda de la ciudad de las Artes y las Letras, el Abril de Cervantes ha desaparecido, la Noche en Blanco nunca más se celebró, el Mercado del Quijote es patrimonio del chirizo y la panceta, la cultura nunca más ha ido a los barrios y el Festival de Clásicos se ha desdibujado de manera impresionante. Esto no quiere decir que el presupuesto en cultura haya bajado, solo lo ha hecho la calidad. Tampoco que los vecinos del centro se hayan liberado de una sobrecarga de actividades en las calles, cada vez tienen más, aunque sin tinte cultural claro.
Alcalá ya no es patrimonio de la Cultura. Es otra apuesta de gestión, pero a mi, personalmente, no me gusta perder ese signo que nos distinguía.