El pasado 20 de abril, seis grandes escritores y tres responsables editoriales rindieron un homenaje al libro en un acto colectivo en el que depositaron en la Caja de las Letras sus respectivos legados y junto al Instituto Cervantes, se dio comienzo a la Semana Cervantina 2021.
Los protagonistas fueron los escritores Antonio Muñoz Molina, Manuel Rivas, Bernardo Atxaga, Carme Riera, Luis Alberto de Cuenca y Cristina Fernández Cubas, así como los responsables de tres importantes editoriales: Pilar Reyes, Valeria Ciompi y Manuel Borrás.
El director del Instituto Cervantes afirmó que este acto e homenaje al libro es “la mejor metáfora de la libertad en la sociedad moderna, mientras que la lectura es el mejor símbolo de contrato social. Celebrar el Día del Libro es apostar por una cultura basada en el respeto a las conciencias individuales y entender la libertad como un acto de con acto de convivencia y no como la ley más fuerte”.
Luis García Montero indicó “nuestra literatura es una buena manera de representar una comunidad basada en los valores democráticos que hacen de la libertad una riqueza”. Por ello, escritores y editores representan “el entendimiento en las distintas lenguas de nuestra cultura que conviven, generan identidades abiertas y huyen de cualquier fanatismo tan de moda en el mundo de la polarización que debe combatir la cultura”.
Seis grandes escritores y tres responsables de editoriales formaron parte del acto.
Por otro lado, la directora general del Libro y Fomento de la Lectura reconoció la importancia de autores y editores que forman “el ecosistema del libro como una unidad con eslabones interdependientes”. Para María José Galvez, “los libros son la prolongación de lo que uno piensa, siente y sueña. El libro es bello en sus formas y en todas las lenguas, uno de los inventos que ha sobrevivido, y por ello se merece un elogio, una honra y un homenaje como el que organizó el Cervantes”.
Antonio Muñoz Molina dejó los cuadernos preparatorios para el ciclo de conferencias que impartió en 2019 en la cátedra del Museo del Prado, una carpeta con apuntes y borradores escritos a mano y con tinta, lo que le dio pie para reivindicar la materialidad física del trabajo del escritor, algo que no es patente en el libro electrónico, “un aparato de lectura que nos conduce a la dominación hegemónica de gigantescas empresas que no reconocen los derechos de sus trabajadores” destacó. El autor de ‘El jinete polaco’ también quiso destacar que el escritor no trabaja en solitario, sino que su obra es resultado de la imprescindible coordinación con otros sectores: editores impresores, ilustradores, entre otros.
Luis Alberto de Cuenca, afirmó que “Hoy es un día muy importante, se parece a la felicidad y a un sueño”, depositó la máquina de escribir IBM de cabezas móviles que utilizó durante años, así como dos de sus libros: 'El enemigo oculto 'y la antología ‘Qué haría yo sin mis tebeos’.
Por su parte, Cristina Fernández Cubas dejó una carpeta con un dibujo de la casa de Arenys de Mar donde nació y vivió hasta su primera juventud. En este museo de objetos invisibles que es la Caja de las Letras, quiso dejar ese dibujo acompañado de un texto, algo “muy sencillo y muy sentido” pero que le marcó, porque esa casa “es la verdadera autora de casi todo lo que llevo escrito hasta ahora”.