Los implantes cocleares dan respuesta a los casos de sordera severa y profunda en los que los audífonos convencionales no aportan el rendimiento deseado para una audición útil. Estos dispositivos electrónicos constan de dos partes: una interna, que se coloca en el oído interno mediante una intervención quirúrgica, y otra externa, que permite la captación del sonido y lo transmite al componente interno, facilitando la estimulación del nervio auditivo mediante impulsos eléctricos.
El Hospital Universitario Príncipe de Asturias, a través de su Servicio de Otorrinolaringología, realiza implantes cocleares de una forma multidisciplinar. La colocación de los mismos está coordinada por un equipo liderado por la jefe del Servicio de ORL, Dra. Teresa Rivera, compuesto por un especialista en Otorrinolaringología, personal técnico para la programación del implante y logopeda para la rehabilitación. Profesionales de las áreas de rehabilitación y logopedia contribuyen de forma decisiva en el proceso tras la cirugía del implante, en las fases de postoperatorio, programación del procesador, ajuste y terapia del habla. Son necesarias también otras especialidades médicas que intervienen en el proceso, como anestesiólogos, personal de Enfermería y radiólogo.
El día 25 de febrero se celebra el Día Internacional del Implante coclear y, gracias a los avances técnicos, a los profesionales especializados y a la financiación pública, se celebra el hecho de poder dar una solución a los pacientes que sufren este problema sensorial.
El desarrollo del lenguaje depende trascendentalmente de una audición útil
El implante coclear se diseñó en los años 60, y actualmente, gracias a la evolución tecnológica, es de uso clínico habitual. Inicialmente se empleaban sólo en adultos y en casos de sordera profunda bilateral, si bien a día de hoy no hay ninguna contraindicación de edad, y se ha abierto el abanico a la sordera unilateral o acúfenos incapacitantes, arrojando resultados "muy satisfactorios", ya que, en general, "impide el aislamiento social, y facilita la comunicación laboral y familiar".
Se pueden implantar desde los primeros meses de vida de un niño, para dar solución a las sorderas congénitas, así como en ancianos, ya que se ha comprobado que la estimulación auditiva retrasa el deterioro cognitivo. En el caso del HUPA, los implantes se realizan a mayores de 4 años; el dar respuesta a estas patologías resulta esencial en las primeras etapas de la infancia, puesto que el desarrollo del lenguaje depende trascendentalmente de una audición útil, y esto a la vez condiciona el desarrollo comunicativo, personal y social.