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ALCALÁ DE HENARES | Juan Antonio Reig Pla: "Las familias de Alcalá deben ser conscientes de que el futuro humano se juega en la familia"

El recién nombrado obispo emérito de nuestra ciudad hace un repaso de su camino en la diócesis y la misión que tiene la Iglesia Católica en la sociedad

El recién nombrado obispo emérito de nuestra ciudad hace un repaso de su camino en la diócesis y la misión que tiene la Iglesia Católica en la sociedad

Entrevista a Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá.

Imagen: Archivo

El recién nombrado obispo emérito de Alcalá, Don Juan Antonio Reig Pla, realiza en SoydeMadrid.com un repaso completo y en profundidad sobre su paso y misión en la diócesis complutense. En la entrevista, el que era prelado de nuestra ciudad también indaga en las necesidades que, a su juicio, existen en el corazón del hombre, y el deber que tiene la Iglesia Católica para con las personas, poniendo el foco en la evangelización y la importancia de la familia como base de la sociedad.

 

P: Fue en el año 2009 cuando usted tomó posesión como obispo de la ciudad, ¿nos podría hacer un breve balance de cómo han sido estos 13 años como cabeza de la diócesis?

 

R: Desde el primer momento en que llegué a la diócesis me he sentido muy acogido por los sacerdotes, los religiosos y los fieles laicos. Sabía que venía a una diócesis que se instituyó de nuevo en 1991 por iniciativa del Papa San Juan Pablo II. Lo importante, en primer lugar, era continuar lo establecido por mis predecesores y dotar a la diócesis de las instituciones necesarias para desarrollar la misión de la Iglesia. En ese sentido he procurado, junto al cuidado de los sacerdotes, promover los centros de formación para las nuevas vocaciones sacerdotales, consolidar la presencia de la vida consagrada (tanto de la vida activa como de los monasterios), completar los servicios de las Delegaciones pastorales y favorecer la formación de los fieles laicos.

 

P: ¿Qué es lo que podría destacar de estos primeros pasos?

 

R: En concreto, además de cuidar el Seminario diocesano de la Inmaculada y de los Santos Niños, he promovido el Seminario “Redemptoris Mater” para preparar misioneros, junto con la presencia de los Siervos del Hogar de la Madre, los misioneros de la Trinidad y la revitalización del Oratorio de San Felipe Neri. Con ello nuestra diócesis cuenta con un potencial de candidatos al sacerdocio que garantiza, con la ayuda de Dios, un número muy aceptable de nuevos sacerdotes para afrontar el futuro de la evangelización de nuestra diócesis.

 

Del mismo modo, junto a la riqueza de nuestros monasterios tradicionales y de la vida religiosa, he procurado acoger nuevas modalidades eclesiales de vida consagrada: las Siervas del Hogar de la Madre, las Vírgenes consagradas, las Siervas del Señor y de la Virgen (tanto de vida activa como contemplativa), las Monjas del Verbo Encarnado y los Hermanos de Jesús misericordioso. Todas estas instituciones garantizan también el testimonio de personas consagradas a Dios y dedicadas al servicio y a la oración por todas nuestras necesidades.

 

En lo que se refiere a los fieles laicos, con la ayuda de los sacerdotes, se han creado en estos años distintos centros formativos: el Pontificio Instituto San Juan Pablo II para las familias, el Instituto Teológico Santo Tomás de Villanueva para la formación teológica, el Instituto de Ciencias religiosas a distancia y distintas escuelas dedicadas a formar fieles para las tareas eclesiales: Escuela de Liturgia, de Catequesis, de Arte cristiano, de Doctrina Social de la Iglesia. Además, para favorecer el diálogo Fe y Razón, desde el primer año se puso en marcha el Aula Cultural “Civitas Dei” que ha contado con la presencia de personas destacadas en todos los ámbitos de la cultura y de la teología.

 

P: Además, me gustaría destacar, dentro de su labor pastoral, la misión evangelizadora que me atrevería a decir ha sido una de sus banderas en Alcalá ¿considera que la diócesis ha sido una tierra hostil? En este sentido, ¿ha visto una evolución en los alcalaínos desde su llegada hasta la actualidad?

 

R: En lo que se refiere a la misión evangelizadora y el cuidado pastoral de los fieles creo que hay que destacar varios aspectos: la misión importante de las Delegaciones Pastorales: Liturgia, Catequesis, Enseñanza, Pastoral social (Cáritas, Manos Unidas, Pastoral Penitenciaria) Pastoral de la Salud y Pastoral Familiar y de la Vida (Centro de Orientación Familiar, Spei Mater: Proyecto Raquel, Proyecto Ángel). En el ámbito matrimonial y familiar se han promovido, junto a la preparación al matrimonio, los Equipos de Nuestra Señora y el Proyecto Amor Conyugal.

 

A esto hay que añadir la riqueza de los distintos movimientos laicales: Cursillos de Cristiandad, Camino Neocatecumenal, Opus Dei, Comunión y Liberación, Focolares y los movimientos de espiritualidad: Adoración Nocturna masculina y femenina, Talleres de oración, Apostolado de la Oración, las asociaciones vinculadas a las órdenes y congregaciones religiosas, etc.

 

En cuanto a la religiosidad popular a lo largo de estos años se han ido configurando y consolidando las Hermandades y Cofradías que nos ofrecen a lo largo del año una presencia pública de las imágenes religiosas a los que se une un testimonio cada vez más importante de la fe presente en las calles y plazas públicas.

 

No considero que en lo que se refiere a la evangelización Alcalá de Henares y el resto de la diócesis sea una tierra hostil. Nuestra diócesis, como el resto de España, ha sufrido fuertemente el impacto de la secularización que ha promovido el olvido de Dios y la indiferencia religiosa. En este contexto, con el crecimiento reciente de nuestros pueblos y ciudades, unido al fenómeno de la inmigración, la oportunidad que ofrece la Iglesia Católica es una gran respuesta para la integración de los que vienen de fuera y para favorecer espacios de encuentro donde se haga posible la revitalización de la fe y de la esperanza. Para los fenómenos de la globalización y del creciente urbanismo las respuestas verdaderas son el fortalecimiento de las familias y la gestación de verdaderas comunidades cristianas donde se haga posible la comunión entre hermanos compartiendo la fe y la propia vida. Lo demás es vivir al intemperie como individuos aislados.

 

Yo he podido comprobar que son muchos los alcalaínos que han sintonizado con estas necesidades de favorecer los espacios de comunión y eso puede ser una luz para el futuro de la Iglesia Católica en nuestra tierra.

 

P: Dentro de esta misión evangelizadora, hay que tener en cuenta que una ciudad se conforma tanto por sus vecinos como sus instituciones ¿se ha encontrado con alguna institución que haya dificultado su trabajo con los fieles de Alcalá?

 

R: La relación del obispado de Alcalá de Henares con las demás entidades de servicios educativos (Universidad y ámbitos culturales), instituciones de gobierno municipal o autonómico, servicios sanitarios y de seguridad, instituciones regionales y de cualquier otro tipo han sido de normalidad y de colaboración. Esto no significa que no existan distintas miradas y convicciones diferentes respecto a lo que necesitan las personas y las familias de nuestro pueblo. La situación política, cultural y social que vivimos en España en estos momentos es de verdadera crisis, una crisis que afecta a la misma identidad de la persona humana (crisis antropológica), y que se manifiesta como una crisis moral y, en definitiva, crisis de esperanza.

 

Esta crisis está igualmente presente en Alcalá de Henares, en sus instituciones, que pueden entrar en confrontación con las enseñanzas de la Iglesia, y en el modo de vivir de nuestras familias. Esta crisis es particularmente intensa en nuestros jóvenes, que necesitan de maestros que testimonien con su vida que hay alternativas al individualismo radical, al consumismo, al hedonismo y a la falta de esperanza. Frente a las ideologías que conducen a la abstracción y que no responden a las verdaderas expectativas del corazón humano, Jesucristo es la verdadera repuesta que se hace visible en la Iglesia a través de las comunidades cristianas. Por eso, siguiendo las enseñanzas del Evangelio, suelo tratar bien a todas las personas. Es más, con la ayuda de Dios procuro amarlas. Sin embargo, frente a las ideologías propongo con argumentos sólidos las enseñanzas de la Iglesia reclamando siempre el respeto a la libertad de conciencia y a la libertad de la Iglesia.



No estamos llamados al fracaso sino que somos seres para la eternidad

P: No digo nada nuevo cuando afirmo que la máxima institución pública que representa a nuestros vecinos es el Ayuntamiento de Alcalá. En este sentido, me gustaría realizarle dos preguntas. La primera es si las relaciones han sido fáciles o han dificultado la labor pastoral en la diócesis.

 

R: Como he dicho antes las relaciones institucionales del Obispado con el Ayuntamiento han sido de normalidad y de colaboración. Otra cosa es el contraste real entre las ideologías que rigen a las diferentes opciones políticas y la doctrina del Evangelio que continúa presente en la misión de la Iglesia Católica. Esto no es algo nuevo y está previsto por el mismo Jesús cuando dijo a los apóstoles: “Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos” (Mt 10,16-25) Al mismo tiempo Jesús nos dijo: “No temáis, Yo he vencido al mundo” (Jn 16,25).

 

Hoy, como es fácil comprobar, existe en Europa y, por tanto también en España, lo que el Papa emérito Benedicto XVI llamaba una “cristofobia”. Es como un cansancio del cristianismo que se manifiesta en el carácter hostil de ciertas ideologías. A mi entender esto no es nada bueno y no va a contribuir en nada al progreso de nuestro pueblo. Más todavía: ¿Qué sería Alcalá de Henares sin el legado de la tradición católica y sin el patrimonio espiritual y cultural que promovió el Cardenal Cisneros en nuestra ciudad? El obispo, y con él la Iglesia Católica, no sólo quiere defender este legado como algo del pasado sino ofrecer en este momento histórico la novedad del Evangelio de Jesús, la Buena Noticia que da al corazón humano lo que de verdad desea y le abre a un horizonte de eternidad.

 

P: La segunda es que usted, como padre y pastor de nuestra diócesis, querrá lo mejor para los alcalaínos, y aquí se incluyen las instituciones que, en cierto sentido, influyen en la vida de los vecinos. Atendiendo a los principios e la Doctrina Social de la Iglesia, me voy a centrar en tres: el principio del Bien Común, el destino universal de los bienes y los principios de subsidiariedad y de solidaridad ¿considera que quienes nos gobiernan actúan conforme a estos principios?

 

R: Como puede imaginar responder a esta pregunta merecería escribir todo un tratado sobre moral social. Hoy, en los distintos niveles de gobierno de nuestro pueblo, estamos muy lejos de estos principios. Lo que fundamentalmente rige el modo de gobernar en la actualidad es lo que podríamos calificar de utilitarismo, pragmatismo y hedonismo. No hay posibilidad de un recto gobierno sin preguntarse por el bien de la persona (bien integral que abarca tanto el bien corporal como la dimensión espiritual) y por el “bien común”: conjunto de bienes e instituciones que posibilitan el desarrollo de toda la persona y de todas las personas. La búsqueda del bien en la actualidad y en el modo de gobernar se reconduce al ámbito de lo privado y lo único que se practica es el permisivismo social y el utilitarismo, que quieren responder a cualquier tipo de deseo, incluidos los que no hacen justicia a la realidad de la dignidad de la vida humana y sus derechos inalienables.

 

También el ámbito de los llamados “derechos humanos” ha sido apresado por el positivismo jurídico, que no mira a la “justicia” y al “bien” sino a la voluntad de las mayorías ¿Y qué decir del principio de subsidiariedad que posibilita que lo que puedan hacer realidades más pequeñas (las personas, las familias, las asociaciones, etc.) no sea invadido por otras realidades más potentes (municipios, autonomías, Estado)? Hoy sufrimos un déficit de sociedad civil y de libertad para las iniciativas de grupos, asociaciones, incluidas las religiosas. Un ejemplo claro de lo que digo es lo que está ocurriendo en el campo de la educación y de la vida.

 

En lo que se refiere al destino universal de los bienes y al principio de solidaridad son unos de los temas siempre pendientes que reclaman tanto el equilibrio entre el derecho a la propiedad privada, a la iniciativa en al campo empresarial teniendo también en cuenta la función social de las empresas, como el derecho al trabajo y a unos salarios que no miren sólo al individuo sino al entorno de su familia, lo que tradicionalmente se ha llamado “salario familiar”.

 

Desgraciadamente la primacía del individualismo, propiciado por las grandes instancias de poder, y el utilitarismo que mira a los votos, imposibilitan la reafirmación de estos principios de la Doctrina Social de la Iglesia que son rechazados por las ideologías. De ahí la importancia de la voz profética de la Iglesia, que nos recuerda los principios y bienes no negociables para responder en el ejercicio de la política al primado de la persona: la inviolabilidad de la vida humana, el valor del matrimonio entre varón y mujer, el bien social de la familia, la libertad de educación, el derecho al trabajo, el cuidado de los pobres, etc.

 

P: Así mismo, no pasa por alto como, dentro de esta labor de evangelización, se ha puesto mucho el foco en las nuevas políticas emergentes y cómo éstas afectan a lo que, a su juicio, es el núcleo central de la sociedad, las familias. Algo que podemos destacar tanto en sus homilías como en sus escritos ¿Qué análisis realizaría de las familias de Alcalá? En este sentido, ¿considera que es suficiente la labor que se ha acometido desde el obispado?

 

R: Hoy, en el lenguaje del Papa Benedicto XVI, la llamada “cuestión social” es la crisis antropológica: la pérdida de la identidad de la propia persona propiciada por los tres dogmas laicistas: la autonomía radical del individuo, la afirmación de la libertad individual como posibilidad de todas las posibilidades y la reducción de la identidad humana al sentimiento: soy lo que siento.

 

Estos tres dogmas laicistas no hacen justicia a la realidad humana. Todos hemos recibido la vida como un don. Al ser engendrados recibimos a la vez un orden que llamamos naturaleza humana. Ésta se manifiesta diversificada como varón y mujer en la unidad cuerpo-espíritu. Esta diversificación nos hace seres llamados a la relación y no simplemente individuos. La vocación humana es al amor y el cuerpo tiene, más allá del sentimiento, sus propios significados y su gramática propia. En la persona humana todo apunta a la vocación esponsal que funda el matrimonio, y con la apertura a la vida se crea la familia: comunidad de personas.

 

El matrimonio y la familia, más allá de la virginidad por el Reino de los Cielos, hacen justicia a la vocación originaria al amor por haber sido creada la persona a “imagen y semejanza de Dios”. Desde esta perspectiva la persona es un “ser en relación” llamado a la comunión. Fuera de esta comunión, el hombre (varón o mujer) vive a la intemperie y fuera de la familia empieza la marginación. Esto explica mi insistencia en aprender a amar, en prepararse para el matrimonio y la necesidad de proteger, cuidar y acompañar a las familias. Esta tarea es la propia de la Pastoral Familiar y de la Vida. Con ella colabora el Centro de Orientación Familiar y la ingente tarea de las Cáritas parroquiales y la Cáritas diocesana.

 

Sin familias unidas la sociedad se transforma en un conglomerado de individuos con intereses contrapuestos. Las familias de Alcalá de Henares deben ser conscientes de que el futuro humano se juega en la familia. Como decía San Juan Pablo II, “la familia es el futuro de la humanidad”. En este sentido hemos trabajado incansablemente durante estos trece años de mi episcopado y soy consciente de que queda mucho por hacer.

 

P: Creo que hemos puesto sobre la mesa cuestiones clave, ahora y tras realizar este análisis de la ciudad, ¿Cuál diría que es el legado que usted deja en Alcalá? ¿Cuál será el primer consejo que dé al próximo obispo que llegue? Y, por ende, ¿Cuál es el mayor regalo que usted se lleva de nuestra diócesis?

 

R: Entre los objetivos prioritarios que me marqué como trabajo en la diócesis destacan el cuidado de las personas (sacerdotes, vida consagrada y fieles laicos), favorecer la gestación de nuevos cristianos (iniciación cristiana), de nuevas familias cristianas y promover que las parroquias adquieran un clima verdaderamente familiar. Junto a esto he procurado con fortaleza anunciar y defender la fe en Jesucristo y la Buena Noticia de la Salvación y la llamada a la Vida Eterna. Lo más original del cristianismo es haber conocido hasta donde llega el Amor de Dios (Cristo clavado en la cruz) y la noticia de que la muerte ha sido vencida: ¡Cristo ha resucitado! Su victoria sobre la muerte es nuestra victoria. No estamos llamados al fracaso sino que somos seres para la eternidad.

 

Para mi sucesor lo que pido a los fieles es una acogida por parte de todos vivida desde la fe. Quien venga viene en nombre del Señor. Mi consejo será que observe y se deje querer. El corazón de los fieles es grande y sabrán acompañarle como Padre y Pastor. El mayor regalo de nuestra diócesis es la bondad de los fieles que he conocido. Por ellos he sufrido, a ellos he amado y ellos han sido el tesoro que Dios me tenía preparado en esta tierra.

 

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