El investigador de la Universidad de Alcalá, Luis de Luque nos habla de COVINIRS, una investigación que se está llevando a cabo desde la Universidad Rey Juan Carlos, en colaboración con la empresa Boscalia Technologies y para la que han contado, entre otros investigadores, con el profesor alcalaíno por su experiencia en el área de la Espectrometría del Infrarrojo Cercano, una tecnología que podría permitir detectar el virus del Coronavirus de una manera rápida, limpia y barata.
De Luque explica que "esta iniciativa trata de ver si somos capaces de detectar el virus en muestras humanas utilizando una tecnología que se llama Espectrometría del Infrarrojo Cercano (NIRS) y que consiste en la aplicación de una parte de la luz del infrarrojo y distinguir aquellas muestras que están infectadas por el virus y tienen una química especial rodeándolo a aquellas que no están infectadas." De manera simplificada, de Luque señala que "aplicamos luz sobre la muestra y esta desprende una vibración que depende de la composición química y de la estructura interna de las moléculas; cuando rebota esa luz ya nos trae la información y lo vemos como un espectro, que es una curva, que se parecerá mucho en muestras que tengan una composición parecida". Para hacer las pruebas se utilizan exudados nasofaríngeos, porque hay mucha concentración del virus.
Como explica Luis de Luque, este es un "método muy limpio y muy rápido de obtener resultados". "Sólo aplicamos la luz y grabamos lo que devuelve la muestra: no necesitamos reactivos no siquiera preparar la muestra y la luz en si no es nociva, con lo cual es perfectamente limpio", asegura el investigador. Además, se trata de unos aparatos comerciales, con una técnica muy extendida, sobre todo para control de calidad. "Hay muchos, pero no muchísimos", afirma de Luque. Para conseguir tener más y con las características adecuadas, el profesor alcalaíno nos avanza que la empresa Boscalia Technologies "tiene entre sus planes desarrollar un espectrómetro que esté adaptado a esto" Otra de las ventajas es que no se trata de una tecnología cara, porque aunque "un aparato puede costar entre 25.000 y 50.000 euros, lo bueno es que no necesita reactivos ni una persona experta detrás, así que a partir de ahí puedes hacer miles y miles de pruebas sin que te cueste ni un céntimo más", declara de Luque.
La mala noticia es que no podremos beneficiarnos de esta tecnología a corto plazo, como señala el investigador, "el método de por si es complicado y la instrumentación es difícil de manejar ahora que estamos en la fase experimental, así que tendríamos que hablar de plazos de meses, probablemente no llegaríamos a un año, pero debemos ser muy prudentes, porque cualquier incertidumbre puede tener consecuencias".
Es curioso que este profesor, adscrito al área de Prehistoria de la UAH esté desarrollando una tecnología biomédica, el propio Luque nos explica que, aunque ahora es investigador a través de un proyecto de Arqueología que se llama Multipalo, previamente trabajó en una empresa de ámbito forestal pero que hacía mucha investigación y desarrollo y uno de los temas principales era precisamente la NIRS.