Llegó a ser patrono de los hermanos franciscanos legos y realizó varios milagros con ayuda de la Virgen María. Hablamos de San Diego, el Santo que Alcalá recuerda cada 13 de noviembre celebrando su festividad. El escenario que acoge la conmemoración no es otro que la Catedral Magistral de nuestra ciudad. En ella se exponen los restos de San Diego, que pueden ser visitados por todo el que quiera en horario de mañana y tarde. La celebración termina a última hora de la tarde con la Misa solemne presidida por Mons. Juan Antonio Reig Pla, Obispo de Alcalá de Henares.
Una vida ermitaña y de peregrinación
Aunque nació en San Nicolás del Puerto, Sevilla, su vida estuvo ligada a Alcalá de Henares. Hijo de una familia pobre del siglo XV, Diego quiso vivir como ermitaño y dedicarse a la ofrenda y el sacrificio. Los Franciscanos Frailes Menores de la Observancia le acogieron como hermano lego (no sacerdote). Este recibimiento marcaría su vida y quedaría como cimiento clave en su posterior canonización a manos del Papa Sixto V.
En 1450 peregrinó hasta Roma con motivo de un jubileo. Para aquel entonces, la ciudad estaba sufriendo una epidemia. San Diego colaboró como enfermero durante tres meses en los que muchas personas sanaron milagrosamente. Se sabe que un niño sufrió graves quemaduras por quedarse dormido dentro de un horno que fue posteriormente encendido. Pero la intercesión de nuestro protagonista favoreció a que el niño apareciese sin quemaduras. San Diego, lejos de halagarse a sí mismo, acostumbró a otorgar la consecución de los milagros a la Madre de Dios.
Todos los años, el 13 de noviembre Alcalá recuerda a San Diego exponiendo sus restos en la Catedral Magistral
Sus años en Alcalá
Cuando volvió a España, se instaló como portero y jardinero en el convento de Santa María de Jesús en Alcalá de Henares, donde falleció en el año 1463. San Diego pasó sus últimos años en nuestra ciudad. Es por ello que sus restos se encuentran en la Catedral de Alcalá. A día de hoy se conservan en una urna de plata que data del siglo XVII, y su cuerpo incorrupto es expuesto cada 13 de noviembre con motivo de su festividad.
Uno de los milagros por los que más se le recuerda tiene mucho que ver con Alcalá. Fue el príncipe Carlos, hijo de Felipe II, quien experimentó una recuperación por la gracia de San Diego. En 1562 Carlos quedó gravemente herido tras tropezar por las escaleras del Palacio Arzobispal. Tratando de encontrar la cura, ningún médico fue capaz de ayudarle y el duque de Alba recordó entonces a San Diego en su fama de milagrero. Se ordenó sacar al Santo del sepulcro y llevarlo en procesión hasta la alcoba de don Carlos. Allí, introdujeron el cuerpo incorrupto y el herido comenzó a recuperarse.
13 de noviembre
Alcalá no es la única ciudad que rinde tributo a San Diego. La ciudad estadounidense situada al sur de California, debe su nombre al Santo con motivo de la misión establecida por los franciscanos en aquella zona. En nuestra ciudad, tenemos una parroquia con su nombre: la parroquia de San Diego (C/Luis de Torres, 3).
La celebración del 13 de noviembre cuenta además con la participación de la escolanía de los Santos Niños poniendo voz a los cantos entonados en la misa. Alcalá aprovecha la jornada para invitar a todos sus vecinos a colaborar en la recogida de alimentos para Cáritas. Una iniciativa de la que San Diego estaría orgulloso, pues quién mejor que él, que dedicó su vida a la oración y el sacrificio, para reconocer la importancia de ayudar al prójimo.