Desde Podemos consideramos que la transversalidad de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) deben continuar, con más visibilidad y puesta en marcha sin esperar más. Sin embargo, las ciudades se enfrentan a una encrucijada entre la apuesta de un funcionamiento de ciudad inclusiva y sostenible frente a las tendencias sociales, ecológicas y económicas que actualmente vivimos.
Vamos por partes, las ciudades se han construido, lamentablemente, con poca o ninguna planificación y su expansión ha carecido de una mirada socioambiental. Esto ha supuesto la destrucción del entorno ambiental, entre ellos la biodiversidad. La rápida urbanización ha dado como resultado que un porcentaje de la población se asiente en barrios pobres, con infraestructuras y servicios inadecuados y sobrecargados (como la recogida de residuos y los sistemas de agua y saneamiento, centros de atención primaria, colegios y transporte).
Pese a esto, en las últimas décadas, las ciudades se han posicionado para asumir el liderazgo de construir economías sostenibles e inclusivas. Sin embargo, en el contexto de la pandemia se visibilizó lo esencial de los cuidados, a nivel social y en materia ambiental.
El contexto de la pandemia se visibilizó lo esencial de los cuidados, a nivel social y en materia ambiental
Por tanto, los problemas a los que se refiere la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) afectan la vida de las personas como para dejarlos en palabras bonitas de representantes públicos y partidos políticos. Es por ello, que como ciudades son actores claves en la acción por cumplir las metas y objetivos planteados por la Agenda 2030.
El Plan Estratégico de Agenda Urbana, publicado oficialmente el 23 de septiembre, no debe de quedar en palabras bonitas y retórica del gobierno y los partidos políticos. Este documento es la base para apostar, no es cerrado y debe aceptar cambios para mejorar y abierto los canales de participación ciudadana para el trabajo de la nueva Corporación Municipal, y entre ellos los partidos políticos. Una propuesta municipal debe ser coherente a un plan de desarrollo sostenible e inclusivo de la ciudad con acciones concretas, en el que se incorporen mecanismos de seguimiento, evaluación y auditoría social para su correcto cumplimiento.
Estamos a finales del 2022, el 2030 no es lejano, y mucho menos lo que nos viene en 2023. Así que, tenemos un reto, es la transversalización y la capacidad de hacer política institucional transversalizando lo social, lo ambiental y lo económico, pero esto sobre la base de la equidad de género, intergeneracional e intercultural, para construir una ciudad diferente, una ciudad que garantice la justicia social y la justicia ambiental. Una ciudad que no ponga el centro la vida y la vida de su entorno natural, no puede decir que apuesta por una garantía social y ambiental.