Bien sabido es por todos que dueños y mascotas crean un vínculo muy especial durante su período de convivencia. Los animales siempre llenan de alegría los hogares y brindan momentos inolvidables que quedan para siempre grabados en la memoria, aún cuando su ausencia, lamentablemente, llegue algún un día.
Este caso no es un suceso distinto. La historia del gato Tito se remonta al año 2021, en plena pandemia. Su dueña, Nat Su, relata que, por aquel entonces, estaba instalada en una aldea de Guadalajara y, en uno de los tantos días marcados por los estragos de la COVID-19, cogió su vehículo, agarró los transportines y tuvo que desplazarse hasta Madrid con sus dos felinos, Tito y Tita, para arreglar algunos trámites pertinentes.
Sin embargo, la desgracia apareció a mitad de camino. A la altura de los municipios de la zona norte de la Comunidad, Nat Su sufrió un accidente de tráfico, declarando dar varias vueltas de campana con el coche y, en medio de todo el caos, los gatos se escaparon de sus transportines y, asustados, huyeron hacia el monte.
“No sabía si mis gatos estaban ilesos cuando ocurrió todo, solo supe que no estaban… Se escaparon muy asustados. La ambulancia se negó en dejarme buscarlos en ese momento, porque era urgente para ellos revisarme. Pasé 24 horas de pruebas en el hospital y mi familia fue a buscarlos, poniendo carteles en el campo y entre los municipios de la zona norte. No paramos ni un segundo, creo que fueron más de 500 carteles en los lugares más variopintos”, comenta Nat Su.
Tras el incidente, numerosos grupos de búsqueda se organizaron para encontrar a los felinos, encabezados por su dueña y sus allegados. La afectada también declaró dar diversos avisos policiales y a los ayuntamientos de la zona. Un mes después del accidente, una voluntaria vio un gato blanco en el campo y, para su sorpresa, tras gritar su nombre, Tita empezó a correr hacia ella.
“Tita estaba feliz, pero muy, muy delgada. Sobrevivió un mes en el monte, sin acercarse a nadie hasta que la llamaron por su nombre. Pasé una semana con ella pegada y sin salir, para que se recuperase del trauma física y psicológicamente”, asegura su dueña.
La búsqueda de Tito, sin embargo, continuaba abierta. Realizando movilizaciones por las áreas colindantes, usando dispositivos aéreos con drones y difundiendo información a través de redes sociales (incluso grabando la voz de la propietaria para atraer al animal) otra voluntaria se topó con la web de ‘Fapamadopciones’ (Centro Integral de Acogida de Animales de la Comunidad de Madrid ‘CIAAM’), con fotos de Tito ofreciéndolo en adopción.
“Llevaba allí desde el 30 de septiembre, en Colmenar Viejo, a 40 kilómetros del accidente. No lo habían difundido hasta el 16 de diciembre, dos meses y medio más tarde. No cogían teléfono, hay reseñas que dejan en evidencia la falta de atención por aquella época y, cómo generalmente no respondían, demostré con informes veterinarios, fotos y videos que Tito era mío. Aunque el gran error fue no haber tenido tiempo suficiente para ponerle el chip".
Llevamos luchando como jabatas todo este tiempo, es injusto
Nat Su también declara que mediaron abogados animalistas de Madrid y hubo muchas llamadas con la directiva de ‘CIAAM’ de Colmenar Viejo, llegando a enviarles un burofax que, según le consta a la afectada, "no abrieron ni leyeron". La protectora alegó no poder mediar con la familia adoptante para devolverlo a su dueña, asegurando haber seguido su procedimiento legal en los casos de felinos que llegan al centro sin chip. (Desde Soydemadrid, también nos hemos puesto en contacto con el centro y comentan haber procedido de forma correcta a sus políticas legales).
“Entiendo el problema del chip pero, sin embargo, tengo pruebas y documentos de que Tito me pertenece, avalados por profesionales. Además, tan sólo podía llevar unos días con la familia de adopción por las fechas. Luego supe que era posible que tuviesen niños pequeños y se hubieran encariñado con mi gato, de ahí su negativa a devolverlo. Una actitud poco moral en mi opinión”.
Lo qué ocurrió, que la dueña afirma saber a posteriori, es que Tito fue a La Cabrera tras el accidente. La Policía Local tenía varios avisos, pero por pérdida de información, algún agente no lo reconoció y dejó que un trabajador del centro de salud municipal lo llevará a ‘CIAAM’. Se estima que Tito, por su carácter, fue a pedir ayuda a un humano desconocido.
“Contamos con documentación de cada gestión, pruebas de toda la búsqueda y todos los recursos empleados. A ello se le suma documentación de los gatos e informes de algunas autoridades… Y llevamos luchando como jabatas todo este tiempo. Dos años hace ya que Tito no está conmigo, pero jamás dejaremos que caiga en el olvido y no pararemos hasta recuperarlo. Es profundamente injusto y cruel. Tita aún sigue triste y con ansiedad, su relación era muy tierna y eran inseparables”, relata Nat Su.
A día de hoy, una gran cantidad de personas siguen luchando de forma altruista y desinteresada en el caso de Tito, haciéndose eco en redes sociales, movilizándose y realizando campañas. Su dueña persiste en encontrar al felino, involucrándose en procesos judiciales y tratando de hacerse escuchar. De hecho, se ha abierto una petición en la plataforma 'Change.org' en cuestión a este caso, a la que se puede acceder haciendo 'click' en este enlace.
Solo cabe destacar una única pregunta, la misma que ronda la cabeza de Nat Su en algunos momentos: “¿Cómo se desenvolverá todo este asunto? ¿Podrá volver abrazar a Tito algún día?”