Cantabria es infinita, ya no solo porque lo diga Revilla, sino porque tiene infinidad de espacios para perderse. Un coche y un par de días sirven para descubrir esta región que tiene de todo: mar y montaña.
Si se habla de Cantabria hay que hacerlo de su capital, Santander. La ciudad tiene distintos puntos interesantes que visitar. El centro Botín es un espacio donde se integra la bahía, el arte y la vanguardia, así que es indispensable subir a las pasarelas que tiene y contemplar el mar con Peñacabarga de fondo. A pocos metros se encuentra la Plaza Porticada, el Ayuntamiento y el museo arqueológico.
Sin salir de Santander, hay que visitar el Palacio de la Magdalena, residencia de Alfonso XIII y cuenta con unas caballerizas y un pequeño zoo. A la salida esta la playa del Camello, por una roca con la forma de ese animal. Luego ya nos encontraremos las playas del Sardinero y un poco más haya Mataleñas y la Virgen del Mar.
Desde Santander, cerca del Centro Botín, se puede coger un barco para cruzar a comer una rabas y tomar algo en Somo y Pedreña. Ya con coche tiene que ser la llegada al Faro de Ajo, pintado por el artista Cantabria Okuda San Miguel. Siguiendo, la el litoral se pasará por Noja, Santoña, Laredo, Oriñon y Casto Urdiales. En cualquiera de estos puntos es interesante parar y descubrir sus playas y gastronomía.
En esta zona occidental de Cantabria se esconde el Parque Natural de los Collados del Asón. Una visita a las cascadas del río Asón y del Gándara, la visita del nacimiento de ambos ríos y una multitud de pueblos para perderse.
De punta a punta de Cantabria
En el otro extremo de la tierruca, hay otra zona en la que perderse: Potes. Ir a Potes es una experiencia más allá del pueblo. La carretera que da acceso es un espectáculo, el desfiladero de la Hermida, antes de entrar se puede parar en la casa azul de Unquera y pedir una palmera o corbatas. Una vez pasado a el desfiladero se puede visitar el Monasterio de Santo Toribio de Liébana y los Picos de Europa con su teleférico.
En Cantabria no es el único teleférico que hay, en Cabárceno hay otro. Recientemente inaugurado y permite ver el zoológico desde las alturas, si no hay que coger el coche e ir recorriendo las parcelas de elefantes, avestruces u osos.
Otro punto de Cantabria que visitar es la neocueva de Altamira, una reproducción exacta de la original. Un buen plan para llevar a los niños y no tan pequeños para descubrir nuestro pasado.
Cerca de Altamira, esta Santillana del Mar, que ni es Santa, ni es llana y ni tiene mar, pero es uno de los pueblos más bonitos de Cantabria. El suelo de piedras, casas de época bien cuidadas y con una colegiata digna de visitar. Y ya si te quieres perder del todo, hay un laberinto hecho con setos bastante próximo al municipio, en Villapresente.