Una vez acabadas las mil y una fiestas de asueto y religiosas acontecidas en el periodo comprendido entre diciembre y enero, es hora de retomar la vuelta a la normalidad y tal vez de hacer balance del tiempo de excesos que se vienen dando en tan señaladas fechas.
Por un lado, el considerable gasto extra que a todos los niveles, las mismas conllevan, gastronómico, de placer y de consumismo puro, duro y exacerbado hasta límites insospechados, por otra parte, nada habituales en otras épocas del año. No hay ciudadano a quién no se le resienta el bolsillo o la cuenta corriente, aunque a bote pronto no se note debido a los pagos electrónicos, pero que como todo llegan más tarde pero llegan irremisiblemente. A ver amigos, como se afronta este dos mil veintitrés la temida cuesta de enero, al precio que está el vivir…
En segundo lugar, y no por ello menos importante, los excesos alimenticios nos llevan a la tesitura de salir de las celebraciones navideñas con unos cuantos kilos de más que ahora habrá que desprenderse de ellos con ayuda del ayuno casi obligado o con innumerables horas de sacrificio en el gimnasio a base de tablas de spining.
Tiraremos como buenamente pueda cada cual
Y como colofón final, nos quedan las promesas que juramos cumplir con la llegada del nuevo año y que al final se quedan en un alto porcentaje en agua de borrajas, pues nos pilló el cuerpo en caliente cuando las juramos, pero ahora con el cuerpo tiritando, nos entra la pereza y nos deshinchamos como se desinfla un globo al viento.
Este año, al final hemos sobrevivido al encendido y al gran apagón correspondiente tras el jolgorio, descansos obligados y verbenas disfrutadas en todas las casas, el año que viene ya veremos como se presenta el bolsillo y si este puede sufragar el periodo de excesos.
Tiraremos como buenamente pueda cada cual, hasta la semana santa, que vuelve cargada de nuevas ilusiones, mientras tanto, ajustémonos los machos para poder ahorrar para los próximos eventos del calendario, que de seguro como poco serán, hasta mejores que estos ya pasados.
Con los pasos que la vida permita, ahora de nuevo toca, seguir caminando.