Aunque a algunos jóvenes o adultos de hoy en día les sorprenda lo que os voy a contar, es verdad que hubo una época en España donde estudiábamos francés en el colegio, te daban una botellita de leche en permanencias y una legión de palos en las costillas o en las manos como no te supieras la lección si te sacaban a la pizarra…
Es verdad que hubo una época, donde existía una ropa nueva para el domingo, donde las niñas estudiaban corte y confección y los chavales electricistas, tornero o fresador. donde apenas teníamos cosméticos en las casas y el secador era un artículo de superlujo.
Es verdad que hubo una época en la que escribíamos en máquina Olivetti, pegábamos los cromos con migas de pan hechos engrudos y borrábamos los errores o las faltas de ortografía con gomas de nata y fresa que hay que ver lo buenas que estaban.
Es verdad que hubo una época en que todos, debíamos ponernos la vacuna del tétanos o la rabia y jugábamos al fútbol en descampados de tierra, pues no había instalaciones deportivas en los coles salvo en algunos privilegiados, es verdad que hubo una época en España donde en algunos hogares aún te limpiabas el culete, con el papel del semanario o el diario de sucesos, pero donde incluso era pecado hacerlo con la cara de Franco, aunque algunos mayores lo hacían con don Manuel Fraga Iribarne, pero quizá eso a casi nadie le importara, pues tenía jeta de rancio.
En verdad que hubo una época en España, en que todos veíamos lo mismo en la tele, ya que solo había dos cadenas la primera y uhf, donde todos lloramos con la muerte de chanquete y también con la casa de la Pradera, Marco o Heidi. Me río yo ahora de los trending topicc, aquellas series sí que las veían millones de personas y encima gratis.
Es verdad que hubo una época en que todas las niñas llevaban siempre consigo una tiza, una goma y una cuerda y los chicos un tirachinas o unas tapas de refresco de metal para hacer carreras de chapas sobre el suelo reseco.
Es verdad que hubo una época, en que las niñas querían ser como Pipi Calzaslargas y los chicos como el Capitán Trueno o Mazinguer Z, que había dos rombos en la tele, pero no mando a distancia, salones de juegos recreativos y pistas de coches eléctricos todo el año en cualquier barrio y se pedía el aguinaldo casa por casa cantando villancicos acompañados de dos botellas de anís, dos panderetas y una cacerola para hacer el acompañamiento.
Es verdad que comíamos pollo como extra en Navidad, que se cerraban cines y discotecas en Semana Santa y que por decir palabrotas en público cualquier adulto te podía dar dos castañas y si encima lo contabas en casa, alguna más le sumabas.
En verdad que hubo una época que con las películas de Bruce Lee y Rocky, cada noche soñábamos todos los fantasmas. Las niñas con Mary Popins, Sissi emperatriz y el consultorio de Elena Francis se montaban su historia de amor y se quedaban embobadas.
Es verdad que hubo una época en España en que se escuchaban las noticias reunidas en la cena, que bajabas a la calle y solo veías bicicletas y de casualidad algún seiscientos o un dos caballos, es verdad que ahorrabas para comprarte tu disco favorito incluso sin tener donde escucharlo, pero con su portada ya tenías la foto del cantante para pegar en el cuaderno.
Con lo de hoy nos quedamos aunque de cuando en cuando, nos invada la nostalgia del ayer que disfrutamos o sufrimos
Es verdad que hubo una época donde calentabas la cama con botellas, bolsas de agua o con ladrillos envueltos en toallas y las casas con braseros de picón del más barato.
En verdad que hubo una época, en que los vecinos se sentaban en las calles al fresco y al parloteo, en que la luz iba a ciento veinticinco y los frigoríficos a gas butano, jugábamos al aro rodante con las llantas de bicicleta y algunas motocicletas arrancaban a pedales.
Es verdad que hubo una época en la que el tendero del barrio fiaba a los vecinos y de pagar religiosamente no se escapaba casi nadie. Y de verdad que hubo una época donde cualquier niño podía bajar a la tienda a comprar cerveza o vino y aunque el líquido fuera rebajado con agua del grifo, lo tomaba en las comidas con el auspicio de los padres.
En verdad que hubo una época donde los niños iban piripis, pues muy de vez en cuando, entre otras barbaridades, te quitabas el catarro tomando Quina Santa Catalina, el mágico reconstituyente con graduación de quince grados diluido en un poco de leche y acompañada de un huevo batido. Es verdad que hubo una época en que te curabas la fiebre acostándote vestido y tapado con siete mantas, es verdad que hubo o una época en que lavarse los dientes era solo para los ricos porque los cepillos y la pasta no existían o eran prohibitivos, pues venían de contrabando.
Es verdad que hubo una época en que en las discoteques, se bailaba separao y agarrao y se aprovechaba el tierno contacto para intentar meterse mano unos a otras u otras a unos y profundizar en las carnes del contrario, pues no había otra oportunidad de satisfacer ciertos instintos básicos. Es verdad que hubo una época en que los padres y algunos maestros repartían galletas y mil guantazos a las primeras de cambio, donde en los quioscos de chuches vendían cigarrillos sueltos, es verdad que hubo una época donde visitabas a tu tía Margarita o Filomena y las rosquillas que sacaba para agasajarte, siempre se quedaban en el plato, esperando al próximo invitado.
Es verdad que hubo una época en que éramos felices con las pocas cosas materiales que teníamos, que jugábamos en la calle y en los parques, que dormíamos una media de ocho en cada casa con dos habitaciones y un baño y donde te duchabas más en verano porque en invierno el agua a cinco graditos no había Dios que la aguantase y el calentador de Cointra no podía dar más abasto. En verdad que hubo una época en que casi nadie estaba separado, la mujer para su desgracia era poco menos que un mueble y los hombres demostraban ser muy machos con piropos asquerosos que avergonzaban a cualquier jovencita inocente, es verdad que hubo una época, donde tocar el culo en la calle a una dama, era un símbolo de hombría y resultaba muy jocoso. Es verdad que hubo una época donde ciertas madres enseñaban a las niñas a hacer las tareas de la casa, mientras los niños holgazaneaban o estudiaban matemáticas.
Es verdad que hubo una época en la España del siglo veinte, que aunque fue duro vivir en ella muchos echamos de menos, pero no por las carencias sino simplemente porque es donde alguno de nosotros a mucha o poca honra nos criamos. Pero puesto el antes y el presente en una balanza, con lo de hoy nos quedamos aunque de cuando en cuando, nos invada la nostalgia del ayer que disfrutamos o sufrimos.