El otro día durante una conversación coloquial, una chiquilla me informó que hacía tan solo unos meses que había perdido a su abuelo materno, con el que durante toda su vida mantuvo una relación muy fuerte y estrecha.
Le ofrecí mis condolencias y tras consolarla como corresponde a los protocolos establecidos, a continuación, ansioso por ver su respuesta y por quitarle hierro al asunto, le formulé dos preguntas sencillas pero cargadas de cierta ironía: La primera, si pensaba disfrazarse para celebrar el día de Halloween y la muchacha convencida hasta la médula me soltó a bocajarro:
- ¡Hombreeee por supuesto! Eso ni dudarlo, ¿Pero cómo iba a perdérmelo, si se disfraza hasta mi gato?- contestó burlona e interrogante.
Y entonces condescendiente, le solté el segundo interrogante: ¿Y cuándo y cómo celebrarás el día de todos los santos?
La muchacho, pensativa y perpleja contestó con cara burlona:
- ¿Pero eso cuándo se celebra? Anda graciosillo, que seguro que me quieres vacilar y te lo estás inventando.
Será la noche del treinta y uno de Octubre cuando se de la circunstancia y hasta con toda probabilidad se alienaran los planetas, para que el grueso de la población de rienda suelta al jolgorio
Está tan claro como el agua cristalina, que en esta sociedad moderna, si ponemos en un platillo de la balanza el fervor adusto de rendir homenaje a los finados que se fueron "pa el otro barrio" y en el otro, la vorágine divertida en forma de bacanal y desenfreno de la noche de las brujas, no nos quepa duda alguna que gana el pulso y se lleva la palma por monumental goleada la segunda pregunta en disputa.
Y aunque si bien es cierto, que como casi cada Uno de Noviembre parte de nuestra sociedad acudirá en masa a los cementerios para recordar a nuestros queridos ausentes, será la noche del treinta y uno de Octubre cuando se de la circunstancia y hasta con toda probabilidad se alienaran los planetas, para que el grueso de la población de rienda suelta al jolgorio y al esperpento desenfadado. Millones de calaveras andantes inundarán nuestras calles, cientos de miles de fantasmas y zombis con disfraz o sin disfraz, bailaran al ritmo que les pida el body.
Mención aparte para nuestros chiquillos, que desde parvulitos hasta universitarios, tintados con zumo de fresa o sangre de pacotilla se unirán al truco trato y despiporre, con tal de no quedarse atrás y celebrar por todo lo alto la fiesta por excelencia, importada desde fuera de nuestras fronteras. ¿Somos todos paganos y somos todos cristianos? ¡Pues ni lo veo y mucho menos lo firmo! Simplemente, tal vez estemos deseosos de buscar el placer de los sentidos y ansiosos por olvidar todo aquello, que nos haga daño al cerebro. Como desde tiempos inmemoriales dice el dicho popular, el vivo al bollo y el muerto… al cementerio.