Con el inicio del otoño comienzan a bajar las temperaturas: llega el momento de proteger las vías respiratorias y cuidar nuestra voz ante afonías y ronqueras, algo especialmente importante para todos aquellos sectores en los que los profesionales utilizan la voz como instrumento de trabajo: profesores, cantantes, dobladores, intérpretes o locutores, entre otros.
Ángeles Cepero, cantante y experta en educación y cuidado de la voz nos recomienda, en primer lugar, “seguir los consejos de nuestras abuelas, como cubrir la garganta con pañuelos, bufandas o similar” para proteger la zona, así como “respirar por la nariz -no por la boca- para que el aire se caliente y no entre directamente frío”. Una máxima, señala, “que nos enseñan desde pequeños, pero que cuesta seguir”.
Además de exponer la garganta al frío, otra mala práctica que se detecta frecuentemente es gritar: “nos empeñamos en forzar cuerdas, a veces hasta cuando nos reímos, lo que incluso puede llegar a causar una afonía crónica y una faringitis constante, al igual que la tendencia a los malos apoyos al hablar, que desembocan en dolores de cervicales, de cabeza y de cuello. Es muy importante saber controlar la musculatura, no olvidemos que las cuerdas vocales son micromúsculos elásticos”.
Dicha información sirve para saber que aunque elevemos el volumen, eso no va a trasladarse necesariamente al otro interlocutor: “el grito sólo queda en ti, destrozándote, pero nunca va a llegar a la otra persona, por lo que un buen truco es pensar en cómo lo va a oír el receptor. Así, el paladar instintivamente se va a arquear, con lo cual utilizaremos solo el diafragma, no las cuerdas, evitando el daño en la garganta”.
Ángeles Cepero es profesora de técnica vocal y educadora de la voz en el estudio ‘Sinfonía’.
Cepero hace referencia a la presión que se ejerce al hablar durante mucho tiempo, fumar, comer y beber, “ensuciando” el aparato fonador. Un ejercicio básico y fácil de hacer que podemos poner en práctica cada día para contribuir a cuidar nuestra voz y garganta consiste en realizar “una ‘S’ sorda con la menor intensidad de aire posible, pero manteniendo siempre el mismo caudal hasta el final, concentrándonos en que no de tirones, lo que provoca que las cuerdas se sacudan y limpien, y se hagan más fuertes”. Su desarrollo está especialmente indicado en los casos en los que exista dolor de garganta o pesadez en la zona.
En el estudio ‘Sinfonía’ también trabajan con personas procedentes de otro tipo de campos profesionales y que necesitan mejorar su dicción o vocalización, así como vencer el pánico escénico que surge a la hora de llevar a acabo presentaciones orales. Entre las primeras premisas, resulta indispensable conocer qué partes del cuerpo intervienen en la producción de sonido: “las cuerdas vocales son mudas, el sonido nace del aire que pasa a través de ellas, tal y como cada uno sus resonadores faciales”, concluye.