Otro año más se acerca la Navidad. Las empresas ya venden productos navideños, los diarios hablan de árboles, roscones y turrones y las ciudades instalan luces para el disfrute de sus vecinos. Salvo pequeños cambios, las fiestas parecen sucederse cíclicamente, fecha tras fecha, impertérritas y especiales, para algunos, y despreciadas, por otros. Es decir, llegan, se celebran y finalizan. Tras esto, los objetos se empaquetan, la comida sobrante se aprovecha y toca volver a la dinámica normal. Es así, siempre ha sido así y parece que así seguirá. Sin embargo, ¿Cuánto puede abarcar siempre?, sobre todo, en algo tan finito y reciente como es la humanidad.
Dicen que somos gotas en el océano y nos quedaríamos cortos. ¿Moléculas en la tierra? Quién sabe. Lo que sí es seguro es que la memoria individual y colectiva es corta, sobre todo, cuando los poderes quieren que así sea o que no sea de otra manera. Por tanto, la pregunta es simple, ¿siempre ha sido así la Navidad?
Por desgracia, o no, la respuesta no es sencilla. Todo lo contrario. En general, son bien conocidas sus raíces cristianas celebrando el nacimiento de Jesús de Nazaret. No obstante, estas se entrelazan con otras de origen pagano habiendo formado lo que actualmente celebramos. Algo complejo y elaborado.
Para comenzar, la fecha exacta del nacimiento de Jesús no aparece escrita ni en el Antiguo Testamento ni en el Nuevo Testamento. A pesar de ello, algunos expertos han intentado determinar el día usando la Biblia como fuente.
Al hacerlo, dependiendo el autor, los resultados varían. Algunos usan su muerte como guía, otros hechos más concretos como el nacimiento de Juan el Bautista, algo que provoca la existencia de disparidad de conjeturas en relación con los meses del hecho. Es más, ni siquiera existe la certeza de que el nacimiento del hijo de Dios se produjera en el año tradicionalmente señalado. Todo lo contrario. Siendo exactos, por ejemplo, los fragmentos Lucas 1.5 y Mateo 2.1 afirman que Jesús nació “en el tiempo en que Herodes era rey del país de los Judíos”, algo fechado entre el 40 y el 4 a.C.
Tradiciones paganas
Visto la dificultad para situar históricamente los hechos, es necesario hablar de otras posibles causas del establecimiento de los días que actualmente celebramos, en concreto, del 25 de diciembre.
Según afirman los expertos, la fecha citada estaría relacionada con dos festividades paganas existentes en la Roma Imperial: Las fiestas Saturnales y la fiesta del ‘Sol Invictus’. Al igual que en otras muchas culturas, ambas estaban directamente relacionadas con el sol y el solsticio de invierno (21 de diciembre), el día con menos horas de luz del año y tras el que el Sol vuelve a ganar terreno a la noche.
La Navidad está relacionada con dos festividades paganas existentes en la Roma Imperial: Las Saturnales y la fiesta del ‘Sol Invictus’
Saturnales
La primera, las Fiestas Saturnales, en latín saturnalia, fue introducida alrededor del 217 a.C. en honor a Saturno tras la derrota frente a los cartagineses en el lago Trasimeno. Su celebración transcurría entre el 17 y el 23 de diciembre y durante siglos fue una fecha importante en el calendario festivo romano.
Tanto es así, que el poeta Catulo la llamó “el mejor de los días”, debido a que en esas fechas se producían intercambios de regalos entre amigos, un ambiente de carnaval y la relajación de las normas sociales. De hecho, los esclavos eran liberados temporalmente para ser ellos, en algunos casos, los que durante esos días eran servidos por sus amos.
Sol Invictus
En segundo lugar, la fiesta al ‘Sol Invictus’ era un culto religioso celebrado entre los días 22 y 25 de diciembre y, a diferencia de la anterior, su origen está mucho más discutido por los historiadores.
Tradicionalmente, la festividad ha estado relacionada con la cercanía y asimilación de dioses solares orientales como el sirio Elagabal y el persa Mitra a partir del siglo III d.C. Sin embargo, estudios recientes han apuntado una posible restauración del culto tradicional romano del Sol, el Sol Indiges. Sea como sea, su culto apareció con la llegada de los emperadores de la dinastía Severa (193-235 a.C.), quienes otorgaron al dios Sol el papel predominante dentro de panteón. Algo que generó mucha controversia por la relegación de la religión romana y fue abandonado tras el asesinato del emperador Heliogábalo.
Posteriormente, el emperador Aureliano volvió a fortalecer este culto acercándose a la idea de “un dios, un imperio”. De hecho, los sacerdotes del dios Sol crecieron en importancia y se le hicieron templos e, incluso, juegos.
Creación de la navidad
Décadas después de los hechos relatados, tras la despenalización del culto cristiano, el Papa Julio I tomó la determinación de fijar la Solemnidad de Navidad el 25 de diciembre. De esta manera, el pontífice conseguía encajar la religión que procesaba dentro del calendario romano, ya que en ambos casos se celebraba el nacimiento de un dios, ya sea Jesús o el Sol frente a la oscuridad.
Tal y como afirma Estrella Rodríguez, en dicho momento la iglesia se encontraba en plena competencia con el paganismo. No se trataba únicamente de predicar una doctrina, sino que había que procurar penetrar en la vida y desarraigar los cultos profundamente enraizados en las costumbres y sociedad del imperio. Por tanto, la elección de esta fecha era algo estratégico para cristianizar las religiones paganas para así adaptarse y simplificar la asimilación del cristianismo. Una elección premeditada en pos de atraer el mayor número de ciudadanos romanos posibles.
Volviendo al comienzo, las empresas ya venden productos navideños, los diarios hablan de árboles, roscones y turrones y las ciudades instalan luces para el disfrute de sus vecinos. Viendo la realidad, aunque muchas de las características no provengan del Bajo Imperio, sino de la sociedad de consumo o el siglo XIX, todo parece apuntar que la política desarrollada por la Iglesia fue acertada para sus intereses y clave, aun, en nuestra sociedad.