El Día de Todos los Santos, que se celebra el 1 de noviembre, tiene su origen en los antiguos festivales de cosecha celtas, particularmente el festival gaélico Samhain, que ponía fin a la temporada de cosechas.
Su cristianización como Día de Todos los Santos, junto con su víspera, fue asumida por el catolicismo en el siglo IX, sin embargo, su origen se remonta a la Iglesia primitiva, que conmemoraba el aniversario de la muerte de los mártires.
Las celebraciones religiosas de la víspera de Todos los Santos, incluida la asistencia a los servicios religiosos y el encendido de velas en las tumbas de los cementerios, siguen teniendo arraigo. Así lo ha entendido el Consejo de Europa, que fomenta el turismo de cementerios. En este contexto, desde la Comunidad de Madrid, sugieren la visita a los cementerios o camposantos de nuestra región, ya que son un patrimonio histórico y artístico impresionante y algunos son tan bellos que invitan a un placentero paseo.
Cementerio Municipal de Alcalá de Henares
Se construyó en 1834 con fondos municipales y fue ampliado en 1845 y 1868. Está trazado geométricamente, ocupando la capilla –que es probablemente la vieja ermita de San Roque- un lugar central y referencial.
Entre los personajes ilustres que descansan en este cementerio destacan las sagas familiares castrenses de los Huerta o los Azaña, y personajes como el historiador Javier Tussell o el pintor José Caballero.
Cementerio de Santa Isabel, Aranjuez
El primer cementerio data de 1845, pero debido al relieve que presenta el terreno y a la mala construcción de sus enterramientos se hizo necesaria la creación de uno nuevo en 1861. El proyecto original es fruto de José Segundo de Lema, quien idea un recinto de casi 4 hectáreas de superficie con planta cuadrada y dos ejes perpendiculares.
Entre sus moradores ilustres destaca el maestro Joaquín Rodrigo.
Cementerio Hebreo de Hoyo de Manzanares
La Comunidad judía en Madrid decidió, a finales de los años 70, crear un cementerio en propiedad para cumplir con el mandato religioso de que el cuerpo repose en un único sitio para la eternidad. El judaísmo prohíbe las flores y las imágenes o las cruces. La estrella de David es la única simbología en las lápidas, todas mirando al sur, a Jerusalén. En muchas de las tumbas se ven piedras, algunas coloreadas y con mensajes. Es la manera que tienen los 'ashquenazi' -judíos procedentes de Europa del Este- de decirle al fallecido que sus familiares mantienen vivo su recuerdo.
Cementerio de los Mártires de Paracuellos
Ubicado junto a la vega del río Jarama y la carretera M-111, en Paracuellos de Jarama, está formado por una superficie de 8 hectáreas sobre la que se disponen siete zanjas, fosas comunes en las que fueron enterradas las víctimas de la matanza producida bajo la Junta de Defensa de Madrid, al comienzo de la Guerra Civil Española. Cada una de las fosas comunes del cementerio están cubiertas por hileras de cruces que recuerdan a los allí enterrados.
Cementerio Británico, Madrid
Se trata de un pequeño cementerio ubicado en el distrito de Carabanchel. Es propiedad del gobierno británico y se inauguró en 1854 con el objetivo de crear un lugar en el que los cristianos no católicos pudieran ser enterrados. Su característico estilo inglés, sus lápidas y su aire rural crean un entorno tranquilo para el recuerdo, además de aportar una contribución histórica a la ciudad.
Una mortífera epidemia de cólera aceleró la inauguración del Cementerio de La Almudena de Madrid en 1884, como cementerio de Epidemias
Cementerio Civil, Madrid
Esta necrópolis, de casi 3 hectáreas, tiene su origen en una Real Orden de 1883 por la que las cabezas de partido y poblaciones de más de 600 habitantes podían y debían disponer de un cementerio civil separado del confesional, a fin de diferenciar a los difuntos católicos de suicidas, amancebados, niños sin bautizar y herejes que la Iglesia católica no aceptaba.
Cementerio de La Almudena, Madrid
En 1879 el Ayuntamiento de Madrid aprobó la construcción de un gran cementerio que debía situarse en el entonces término municipal de Vicálvaro, en los terrenos de la Elipa. Una mortífera epidemia de cólera aceleró su inauguración, en 1884, como cementerio de Epidemias. Estaba formado por una parte católica, que se puso bajo la advocación de la patrona de la villa, la Almudena, y otra parte de carácter civil, al otro lado de la antigua carretera de Vicálvaro. En la actualidad es la principal necrópolis de la ciudad y uno de los más grandes de Europa Occidental, con casi 120 hectáreas de superficie.
Sacramental de San Isidro, Madrid
Se construyó en 1811, por concesión de José Bonaparte, para dar sepultura a sus miembros tras la prohibición efectiva de las inhumaciones dentro de la ciudad y en el interior de las iglesias, decretada por Real Cédula de Carlos III en 1787. El lugar elegido para erigir la sacramental más antigua conservada en Madrid fue el Cerro de las Ánimas, un entorno extraordinario a espaldas de la ermita y la fuente de San Isidro Labrador. En 1852 se produjo la última ampliación.
Sacramental de San Justo, Madrid
En 1845 la Reina Isabel II concedió la construcción de un cementerio de carácter privado en la cima del cerro de las Ánimas y junto al Sacramental de San Isidro. El cementerio Sacramental de San Justo, con casi 10 hectáreas de superficie, es un auténtico museo al aire libre. Obra del arquitecto Wenceslao Gaviña, este cementerio cuenta con un gran valor arquitectónico en muchas de sus sepulturas y variedades, además de lugar de descanso y recuerdo de grandes personajes ilustres de la historia de España en todos los ámbitos.
Sacramental de Santa María, Madrid
La monumental Sacramental de Santa María se emplaza desde 1840 en el cerro San Dámaso, Carabanchel. La idea de levantar aquí una Sacramental surge por la unión de la Cofradía de Santa María de la Alameda con la del Hospital General, con un proyecto inicial en estilo neoclásico.