Núñez Feijóo habla de un “divorcio duro” para maquillar que el PP haga migas con el número uno de VOX en Valencia, condenado por violencia machista. Mientras, Pedro Sánchez asegura que el feminismo es una cuestión de derechos humanos, pero, según sus palabras en una entrevista con Sandra Sabatés, parece que somos nosotras las que no lo estamos orientando bien, ya que el presidente del Gobierno asegura tener varios amigos que se sienten incómodos con determinados discursos feministas.
Manolo, Alberto, Pedro, José Luis, ya sabemos que el feminismo es incómodo. El simple hecho de que el discurso feminista moleste, ya sea en su fondo o en su forma, es una prueba de todo lo que ya hemos logrado y de aquello que nos queda por conquistar. No importa que sean los amigos del presidente del Gobierno o tus vecinos del quinto, siempre habrá hombres a quienes les escueza ver a mujeres gestionando, reivindicando o aplicando políticas feministas que propicien una igualdad real y garantista. La única alternativa que tenemos que plantearnos para terminar con las molestias de estos hombres es, precisamente, continuar poniendo en el centro de la agenda nuestras realidades y seguir abriendo espacios que ocupar. Es probable que, aun así, cierto sector de la población masculina, amigos de nuestros políticos o no, sigan sintiéndose atacados y reclamando su protagonismo en una lucha que atenta contra los privilegios de los que han gozado tradicionalmente.
En un momento potencialmente peligroso para las mujeres, con el avance de la ultraderecha amenazando los pasos dados, es evidente la necesidad de tachar a quienes niegan las violencias machistas. Eso sí, tampoco tienen cabida este tipo de discursos que apuntan al retroceso, sugiriendo la dulcificación de nuestros mensajes o la moderación a la hora de poner sobre la mesa cuestiones en las que nos va la vida, el tiempo y las ganas. Feminismo es igualdad y en cuestiones de igualdad nunca es demasiado. Entonces, señoros de un lado y de otro, ¿por qué os sentís amenazados? A veces solo hay que parar, revisarse y deconstruirse.