La lucha del PSOE madrileño por hacerse con el control del partido es algo lógico, vista la falta de liderazgo de los últimos dirigentes de la agrupación, que no han conseguido, en más de 25 años, recuperar una región que había sido el gran feudo socialista hasta que la perdió Joaquín Leguina frente a Alberto Ruiz-Gallardón.
La cosa del PP es algo más complicado de entender. En principio, a día de hoy, y sin meterse en evoluciones históricas, lo que podría parecer más normal es que la presidenta regional, la que ha conseguido uno de los mejores electorales para su partido en la región, y que ostenta el cargo desde hace más de 2 años, dirigiese también el aparato. Pero detrás de esto hay mucho más: bicefalias, liderazgos "indiscutibles", corrupción y ansias de poder. Pero las luchas políticas siempre son así, ¿o no?
Es importante conocer la evolución histórica del Partido Popular en nuestra región: Alberto Ruiz-Gallardón estuvo dos legislaturas al frente de la Comunidad de Madrid y siempre contó con un presidente diferente en el PP de Madrid (se trataba de Pío García Escudero que, de nuevo hoy, es quien ostenta el cargo en la Calle Génova: Sí, aún siguen allí). Tras Gallardón, el famoso Tamayazo llevó a Esperanza Aguirre a la presidencia regional y, en menos de dos años, decidió eliminar la bicefalia y reforzar su imagen de "lideresa" indiscutible, pasando a controlar el partido (aunque con Francisco Granados como secretario general), cargo que ocupó hasta 2016, cuando Cifuentes "heredó" la presidencia regional y el control del aparato a través de una comisión gestora que le dio paso como presidenta, al presentarse a las primarias en 2017. Con la dimisión de Cifuentes, Ángel Garrido se hizo cargo del control del partido el escaso mes que permaneció aún en el PP (antes de irse a Ciudadanos, ya que Casado no lo convalidó como líder para presentarse a las elecciones de 2019). Desde entonces, mayo de 2018, fue Pío García Escudero quien volvió a asumir, cual De Gaulle a la madrileña, la presidencia de los populares de Madrid.
¿Por qué surge ahora esta polémica, cuando el congreso no está previsto hasta la primavera del año que viene?
Puede que sea por ver el movimiento en el bando contrario, tal vez un verdadero deseo de controlar el aparato, igual es una estrategia para quitar visibilidad a los socialistas o lo mismo es que Génova se ha convertido en la Casa de las Dagas Voladoras, el caso es que la vuelta al cole ha traído consigo la vuelta del debate. Hasta hace muy poco las cosas estaban relativamente claras, podría haber algo de debate, pero la presidencia la asumiría seguramente Ayuso. Pero habló Casado y subió el pan: pronunció unas palabras que ponían a José Luís Martínez Almeida en el disparadero para disputar el control del partido. A las palabras de Pablo Casado se unieron las de la siempre polémica Esperanza Aguirre, que se decantó por Ayuso.
¿Pero son sinceras estas manifestaciones?¿Cuando Casado alaba a Almeida lo hace porque de verdad piensa que sería un buen candidato para liderar el PP de Madrid? ¿Aguirre de verdad piensa que Ayuso debe controlar el partido y que los de Génova son unos "niñatos" y unos "chiquilicuatres"? ¿Puede que Casado quiera destruir al que, sin duda, es uno de los hombres más fuertes del PP en la actualidad dándole un exceso de competencias o metiéndolo en una lucha que, en principio, podría tener perdida? ¿Puede que Aguirre sea consciente del rechazo que despierta y lo utilice para perjudicar a Ayuso? ¿Por qué surge ahora esta polémica, cuando el congreso no está previsto hasta la primavera del año que viene? Parece que vamos a tener bastante tiempo para dar respuesta a estas preguntas y para formular, seguro, muchas otras.