“Cerramos un año muy duro en el que hemos asistido a una crisis alimentaria sin precedentes que se prolongará durante 2021. Acabamos 2020 inmersos en la peor crisis alimentaria desde el inicio de nuestra actividad hace 25 años con cifras récord de personas atendidas. La situación no ha mejorado desde el mes de marzo de 2020 en el inicio la pandemia, cuando la demanda de ayuda creció más de un 40%. En diciembre de 2019 La Fundación atendía a 130.000 personas, en enero 2021 iniciamos el año con más de 186.000 personas en la Comunidad de Madrid a quienes suministramos alimentos a través de 565 entidades benéficas”, alertan desde la Fundación Banco de Alimentos de Madrid.
Además, a la bolsa de pobreza estructural existente antes de la actual crisis, se ha sumado un nuevo grupo de personas que nunca necesitó ayuda alimentaria y ahora la reciben: los llamados “nuevos pobres”, de clase media, españoles en su mayoría que han perdido sus empleos o con sueldo insuficiente para llegar a fin de mes. La pobreza se hace crónica y las cifras no mejoran. Un 15% de la población total de la CAM vive en riesgo de pobreza y/o exclusión social (1 de cada 7) según el umbral nacional; el dato a nivel regional, teniendo en cuenta el nivel de renta, eleva esta cifra hasta el 21,9% para este grupo de personas.
La cifra de personas atendidas no ha parado de crecer:
- En diciembre 2019: se proporcionaba alimentación a 130.000 personas
- En diciembre 2020: a 186.381 personas (un incremento de un 43% vs 2019)
Además, el despilfarro alimentario es insostenible, según el banco de alimentos:
- Somos el 7º país de la UE que más desperdicia: 7,7 M Tm al año.
- El Impacto económico es de 12.000 millones de € año.
- Entre un 30% y un 50% de los alimentos comestibles acaba desechado.
- Según el desglose del Ministerio, el desperdicio se produce:
- Un 42% en los hogares
- Un 39% en la fase de fabricación
- Un 14% en la restauración
- Un 5% en la distribución
La Fundación Banco de Alimentos de Madrid se ha convertido en una organización esencial en la atención de personas en pobreza y/o riesgo de exclusión social y en la gestión de la crisis alimentaria durante esta pandemia. Trabajan en coordinación con los Servicios Sociales de la Administración para establecer los controles necesarios para evitar duplicidades en las entregas de alimentos, que estos lleguen a quien realmente los necesita y para que, dentro de los límites de nuestra capacidad, nadie que lo necesite se quede sin ayudas.