En su investidura, el anuncio estrella de la Presidenta de la Comunidad de Madrid en su Discurso de Investidura fue el cheque-bebe de 14.500 euros por hijo, distribuidos por 29 meses a 500 euros mensuales. Con esta medida pretende incentivar la maternidad y frenar la bajada de la natalidad que se está produciendo en la Comunidad de Madrid y en toda España en los últimos años.
La tasa de fertilidad de nuestro país, de 1,35 por ciento, es una de las más bajas del mundo. Y esto tiene causas muy complejas, aunque la más evidente es el retraso en la emancipación de los jóvenes, que se ven obligados a mantenerse en la vivienda familiar hasta muy tarde, varios años después de la edad en que lo hacen la mayoría de los jóvenes europeos.
El desempleo juvenil es tradicionalmente muy alto en España, y desde hace décadas aumenta alarmantemente cada vez que la economía sufre una turbulencia. Los jóvenes no encuentran un trabajo que les permita organizar su vida y pensar en formar una familia; pero es que incluso cuando llegan a tener un empleo se trata casi siempre de un trabajo precario, que tampoco les permite pensar en su futuro.
A esto hay que sumar que las mujeres con hijos tienen más dificultad para encontrar empleo; de hecho, la verdadera brecha salarial y de las carreras profesionales para las mujeres se relaciona de manera directa con el hecho de ser madres. Los empresarios incluso son renuentes s a contratar mujeres en edad fértil.
La siguiente causa a tener en cuenta es la dificultad de conciliación de la vida laboral y familiar. Los larguísimos horarios laborales españoles, el presencialismo exigido tantas veces por las empresas, y la falta de flexibilidad en las jornadas laborales son cuestiones que se deben abordar a través de medidas políticas pero, hasta este momento, las instituciones han sido incapaces de llevarlas a cabo.
La desigualdad dentro del hogar familiar en las tareas domesticas y el cuidado de los hijos es un peso que recae de manera casi exclusiva sobre las mujeres. Según muestran estudios al respecto, las mujeres realizan más del 75% del trabajo domestico, lo que pesa de manera gravosísima en sus expectativas profesionales, y condiciona en la mayoría de las parejas el nacimiento de un segundo hijo.
Estas dificultades para acceder a la natalidad en las edades jóvenes y el consiguiente aplazamiento en la decisión de tener hijos ha tenido como consecuencia el aumento de las tasas de infertilidad y el incremento en los tratamientos para lograr embarazos. Un escollo económico más.
Hay otra faceta a tener en cuenta: las últimas estadísticas de nacimientos indican que uno de cada cuatro nacidos en España tiene una madre, un padre o ambos progenitores extranjeros, lo que implicará que la sociedad española del futuro tendrá una composición multicultural. Esto se debe reconocer como una riqueza en esa futura sociedad, y habla además del necesario reconocimiento de que vivimos en un mundo global. A pesar de lo cual hace ver la inutilidad de algunas políticas supuestamente incentivadoras de la natalidad que se dirigen en exclusiva o preferentemente a las mujeres nacidas o criadas en una determinada comunidad autónoma.
Para el año 2050, España necesitará 12 millones de inmigrantes para poder mantener las pensiones. Bienvenidos sean, por tanto, esos inmigrantes legales, insertados, cotizando a la Seguridad Social y pagando impuestos. Y teniendo los niños que por el momento no van a tener las jóvenes de origen español.
Porque para que nuestras mujeres, en edad fértil, se animen a tener más hijos son necesarias políticas de impulso, que compensen la carga extraordinaria que supone para las mujeres mantener una pirámide poblacional de dimensiones "sanas", que generalmente se considera que supone 2,5 hijos por mujer. Este índice se alcanza fácilmente en países de nuestro entorno, como Francia, Alemania o Reino Unido.
Políticas sociales y culturales para fomentar la natalidad
Y en este panorama hay que hacerse la pregunta: ¿será el cheque-bebe la solución para este problema? Desde luego y según la experiencia, países europeos con nivel de fecundidad de 2,5 hijos por mujer, que se considera el adecuado para mantener la tasa de reposición generacional, no lo han conseguido con políticas económicas populistas sino con políticas sociales y culturales. Aquí enumeramos algunas:
- Horarios laborales que permitan la conciliación familiar. Está demostrado que las larguísimas jornadas de trabajo que hacemos en España no incrementan la productividad, sino todo lo contrario. Y además las personas sometidas a estos horarios tienen menos tiempo para desarrollar su vida, e incluso para dormir: los españoles somos los europeos que menos dormimos, lo que empeora nuestra salud y nuestro bienestar.
- Equiparar permisos de maternidad y paternidad. Así avanzaremos en el objetivo de que tener hijos no penalice a las mujeres, y de forma añadida permitiremos que los hombres disfruten de las primeras semanas y meses de vida de sus hijos. Por suerte, los padres jóvenes echan mucho de menos este disfrute y corresponsabilidad.
- Ayudas fiscales. Para compensar los gastos y disminución de ingresos que lleva consigo el nacimiento de los hijos. Pero no durante periodos cortos, los estímulos fiscales deben durar toda la infancia de los niños. No olvidemos que los hijos van costando más según crecen, no menos.
- Guarderías y comedores escolares subvencionados y con horarios amplios. Y además cercanos a los trabajos de los progenitores. Hubo un proyecto estupendo en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero que se llevó por delante la crisis de los 80, que consistía en incentivar las guarderías cercanas a los centros de trabajo; en la propia empresa si ésta era grande o gestionadas por agrupaciones de empresas. Tal vez ahora es el momento de retomar esa iniciativa. No hay nada que tranquilice y satisfaga más a los padres de un bebé que saber que durante su jornada de trabajo están muy cerca de la guardería, a la que pueden acudir rápidamente si fuera necesario.
- Que estas medidas se extiendan a los autónomos, que constituyen el 20% de la población española ocupada. La extensión de todas estas medidas a emprendedores y autónomos está en la línea de su consideración como trabajadores con ciertas características especiales.
Así que, señora Ayuso, muchas gracias por el intento, pero sus 500 € al mes mientras el niño es un bebe no nos convence