Un joven que ronda la veintena acumula millones de seguidores en redes sociales. Desde esa ventana al mundo, reproduce mensajes machistas y cuenta, como si de una anécdota se tratase, que abusa de las mujeres con las que tiene relaciones sexuales, al quitarse el condón y eyacular dentro de ellas, utilizando la mentira para conseguirlo. Entre sus últimos comentarios polémicos, se encuentra uno en el que asegura querer formar un partido político para que España "vuelva a ser la de antes" y otro que dedica a los hombres homosexuales, asegurando que tendrían que ir a baños públicos separados para no mezclarse con los heteros, "porque juegan con ventaja". Se trata de Naim Darrechi, que ha comunicado haberse cambiado de sexo y llamarse, ahora, Naima Alejandra Darrechi, "porque las mujeres tienen más derechos que los hombres", que se encuentran en "desventaja" ante la Justicia en España.
Conocemos su discurso misógino y homófobo, las polémicas, su tufo reaccionario y, por supuesto, es sencillo identificar la mofa que hace de las personas transexuales al hablar de su cambio de sexo y nombre. Sin embargo, en vez de haberse generado un debate sobre cómo los discursos de odio y negacionistas de la violencia de género que se reproducen con impunidad desde las instituciones y los medios calan en nuestra juventud, ha conseguido levantar el tapón de una botella que, muchos, estaban deseando hacer explotar para actuar de manera lapidaria contra la Ley Trans y la autodeterminación del género. Con esto no quiero decir que este asunto no pueda ser objeto de reflexión o discusión, pero, sin duda, lo que se ha generado en torno a la polémica y al tema en cuestión es preocupante y demuestra cómo este tipo de perfiles públicos sirven de altavoz y resorte para propagar odio y gestos discriminatorios contra determinados sectores de la población.
El juego de utilizar la anécdota negativa (en este caso claramente intencionada) como justificación para arremeter contra cualquier tipo de mecanismo legal, iniciativa política o manifestación ciudadana que busque garantizar derechos de quienes los tienen amenazados está trasnochado y, evidentemente, es violento. Rescatar la pantomima de Darrechi para arremeter contra la Ley Trans no es admisible, como tampoco lo es utilizar el recurso sin fundamento de las denuncias falsas para negar la violencia de género. Son siempre los mismos, aunque con distintas poses y desde diferentes altavoces. No les alimentemos con un feedback que volverán a nutrirse para ningunear, atacar y maltratar a las mujeres por el simple hecho de serlo. De hecho, si pueden, como el influencer de Tik Tok, intentarán ahorrar esfuerzos y ejercer su violencia contra la población femenina y las personas LGTB en un mismo golpe.
En esta ocasión ha sido la Ley Trans, pero mañana será cualquier otra cuestión, porque caminar hacia una sociedad igualitaria y diversa conlleva enfrentarse a retos que no siempre son agradables. Así que, debatamos, critiquemos, busquemos puntos de encuentro y generemos espacios seguros para todas, pero hagámoslo juntas y desde nuestras redes, fuera de la plataforma de cualquier machista que se atreva a negar las violencias a las que nos enfrentamos, gritando a los cuatro vientos que las mujeres tenemos más derechos que los hombres.
Rescatar la pantomima de Darrechi para arremeter contra la Ley Trans no es admisible, como tampoco lo es utilizar el recurso sin fundamento de las denuncias falsas para negar la violencia de género