Hoy en día las redes sociales se han convertido en una parte esencial en la vida de muchas personas, ya sean adultos o jóvenes. Todos tenemos ciertas figuras de referencia a las que seguimos por el contenido que ofrece. Las redes sociales nos muestran a diario diferentes contenidos como rutinas de ejercicio, tipos de alimentación e incluso productos milagro. Aunque actualmente existen diferentes movimientos como el “Body Positive”, el cual busca la aceptación del propio cuerpo más allá del físico, los modelos de belleza siguen siendo algo estrictos, dando mayor importancia a cumplir unos estándares de belleza específicos. No es de extrañar observar diferentes contenidos mostrando recomendaciones de alimentación, un producto beneficioso o una rutina de gimnasio para animar a la gente a que la realicen con el objetivo de beneficiar su salud.
Este tipo de recomendaciones, por lo general, no suelen tener mayor repercusión que cumplir o no dichas pautas de manera temporal o cómo forma de ayudar en un objetivo personal. Sin embargo, en ocasiones, estas nuevas rutinas pueden ocasionar problemas, tanto para la salud física como para la integridad y la autoestima de las personas. Estamos hablando de problemas con la imagen corporal y con la alimentación, denominados trastornos de conducta alimentaria.
El trastorno por conducta alimentaria TCA, es un tipo de afección de carácter grave que conlleva una alteración de la conducta alimentaria. La persona afectada muestra una preocupación extrema por su imagen corporal, el peso o la alimentación que ingiere. Este tipo de trastorno es un problema que a menudo pasa desapercibido y cuyos efectos comienzan a observarse cuando derivan en consecuencias para la salud física en la persona. Sin embargo no debemos olvidarnos de las dificultades que puede generar a nivel de salud mental. Existen varios tipos de trastorno de conducta alimentaria, los más conocidos son la anorexia y la bulimia, pero además, podemos encontrar otros como el trastorno por atracón, trastorno por evitación/restricción de la ingesta de alimentos, trastornos por rumiación, trastorno de ingesta nocturna y el trastorno de pica entre otros.
Las redes sociales pueden ejercer un factor precipitante en el desarrollo de este tipo de trastornos
Las redes sociales pueden ejercer un factor precipitante en el desarrollo de este tipo de trastornos, especialmente en grupos vulnerables como pueden ser los jóvenes. Si bien es cierto que todos estamos expuestos a este tipo de contenidos, no todos lo percibimos de la misma manera, influyendo otros factores a tener en cuenta. El origen de un trastorno de conducta alimenticia suele ocurrir en la adolescencia, etapa del desarrollo en la que más inestabilidad emocional sufren las personas. La formación de la personalidad se está afianzando. La opinión de los demás se vuelve un factor de importancia, tomando como referencia a determinadas figuras idealizadas. Por ello, aunque no podemos evitar recibir este tipo de recomendaciones, es importante saber gestionarlas de una manera adecuada. Poder tener total libertad para mostrar tus preocupaciones, consultar las dudas que se tengan sobre este tipo de rutinas a personal especializado en este ámbito resulta beneficioso. De esta forma podremos obtener una manera de cuidarnos y aprender a aceptar nuestro cuerpo en todas sus etapas.
Como se comenta anteriormente, no todo el contenido disponible en las plataformas digitales tiene un carácter negativo, existiendo movimientos de carácter reciente centrados en la aceptación de la propia persona. Sin embargo, estos contenidos deben ser tratados con el cuidado y el respeto que se merecen, informándose previamente con especialistas del sector correspondiente para comprobar su validez y eficacia. Bajo un empleo consecuente y responsable de la información, aquellos factores que en un primer momento pueden parecer perjudiciales para determinados sectores de la población, pueden volverse herramientas que beneficien a todo el mundo. Por ejemplo, gracias a la concienciación por parte de determinadas personalidades en las redes sociales y plataformas digitales, las personas se vuelven más conscientes de problemas determinados con la alimentación, permitiendo la prevención de posibles trastornos o consecuencias en un futuro. De esta forma, observamos que la información es una herramienta que puede servir para ambos propósitos, siendo las personas responsables de su uso e interpretación.
Debemos reflexionar sobre su impacto en nuestra salud, impartir programas de educación al respecto y herramientas de manejo.