En breves fechas inundará nuestras calles, el jocoso carnaval e imperará por unos días sobre el silencio monótono, que abotarga el resto del año.
El corazón estallará henchido de gozo a las puertas del desenfreno, intentando apagar sin éxito el bacanal que llevamos impreso en el alma.
Pongámonos una sonrisa por montera al rostro y atrevámonos a soñar detrás de las máscaras, lo que no osamos hacer al descubierto.
Decían los antiguos que es más bello morir cantando, que vivir lagrimeando por las esquinas.
Llenemos nuestras vidas de ilusión, emociones y colores, que de negrura y desesperanza, ya se encarga la propia existencia.
Tras el velo, podemos ser cualquier sexo, amar sin justificarse y sin condición alguna, dar rienda suelta a nuestros anhelos prohibidos y sobre todo podemos mitigar pasiones de carne trémula, que anhela depravación orgásmica, simplemente ocultos tras el disfraz.
No hay fantasías que se queden a las puertas, todas entran como un torbellino en la antesala del purgatorio y hacen votos para ingresar cuanto antes, en las cocinas del infierno.
¡Pero sólo por unos días y sin justicia o castigo!
Llenemos nuestras vidas de ilusión, emociones y colores
No hace falta ir a Río, Barranquilla, Venecia o Tenerife, pues la fiesta de la lujuria, el vicio, libertinaje o el escándalo y la orgía, vive muy dentro de cada ser humano del planeta.
Tan solo es necesario, atreverse a romper las cadenas.
Luego vuelta al tedio y las obligaciones mundanas. Una vez retirada la mascara, a ver quién es el guapo que se atreve, a mostrar de nuevo, sus placeres clandestinos.
Pero ya lo dijo un sabio, hace unos cuantos cientos de años… o eso creo.
Una vez expirada la juerga ¡Que nos quiten lo bailao!