Dicen que madre no hay mas que una, pero realmente en el caso de la figura del padre tal vez deberíamos aplicar el mismo cuento y hacer lo propio con el refranero.
Padre en múltiples ocasiones, no es aquel que dejó la simiente, sobre la que se engendró una vida nueva, sino el dadivoso que se ocupa de proteger la vida de un inocente de su especie, siendo ajeno al viaje de su concepción, es aquel que se ocupa noche y día de proporcionar seguridad y sustento de manera totalmente altruista, sobre todo cuando no existen genes que lo vinculen, con aquella vida que tomó a su cargo.
Un buen padre vale mas que cien abogados o mil maestros, pues en sus manos está y por ellas pasan, una fuente inagotable de consejos, un mar de incontenible amor desinteresado y el murmullo silencioso pero perenne en el tiempo, de aires de inspiración y protección sin par, que una vez agotada la niñez, jamás sentirá de adulto el ser humano.
En el reflejo de la figura paterna viven los supermanes sin capa, los spiderman sin telas de araña y por supuesto el ángel de la guarda.
Un buen padre vale mas que cien abogados o mil maestros
Pero también vive el guía, consejero, compañero-amigo y el paño de lágrimas donde acudir, ante los primeros embates de la existencia.
Por descontado sin ir mas lejos en la figura del padre, vive el primer héroe de cualquier niño, sea cual sea su sexo y condición.
No existe regalo tan noble e importante, como marcharte de la vida cuando toque, pero dejando las huellas del linaje, en un sendero lo más posible libre de guijarros.
Según padre y madre sean, los hijos salen.
Aunque en uno de los misterios sin resolver de la vida, a veces el padre más pobre provee a sus hijos un legado exquisito y el inmensamente rico deja a su estirpe un alma vacía, en la que solo anidan dislate y envidia.
De día padre, de noche niño es el mejor deseo soñado, pues cuando el agobio cotidiano te cansa sobremanera, ya vendrá la noche al rescate para soñar como un bendito entre torbellinos de ilusión y esperanza.
Recuerda de tu padre, el ejemplo ante la adversidad y el amor desinteresado que profesó en tus momentos de zozobra. A veces no es la sangre sino el corazón, el que abastece al alma de lazos de sangre irrompibles en el tiempo.
Ayer hijo, mañana padre, la vida te paga con el mismo capricho